Para los cansados y prisioneros, la muerte es un descanso, pues ya no oyen gritar al capataz. Con la muerte, los malvados dejan de hacer destrozos.
Allí los impíos dejan de perturbar, Y allí descansan los de agotadas fuerzas.
Pues una vez muertos, los malvados no causan más problemas y los cansados encuentran reposo.
Allí cesan de moverse los malvados y descansan los que se encuentran agotados.
Allí dejan de perturbar los malvados, Allí descansan los de agotadas fuerzas,
Allí no se agitan los perversos, allí reposan los exhaustos de fuerzas.