Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.
Pues, cuando morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado;
Hemos muerto, ¿no es cierto? Entonces ya no le debemos nada.
Porque el que murió, ha sido libertado del pecado.
Pues el que una vez murió, ha quedado definitivamente liberado del pecado.
Al morir, el pecado perdió su poder sobre nosotros.