Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.
Ni siquiera digas: “¡Por mi cabeza!”, porque no puedes hacer que ninguno de tus cabellos se vuelva blanco o negro.
Tampoco jures por tu propia cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos.
no jures ni por tu cabeza, pues no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.
ni tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro un solo cabello.
Nunca juren por su vida, porque ustedes no son dueños de ella.