La voz de los principales se apagaba, Y su lengua se pegaba a su paladar.
Las más altas autoridades de la ciudad se quedaban calladas, y refrenaban la lengua en señal de respeto.
La voz de los jefes se apagaba, la lengua se les pegaba al paladar.
La voz de los nobles enmudecía, Y su lengua se les pegaba al paladar.
Se apagaba la voz de los jefes, y su lengua se pegaba al paladar.