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1 Juan 1:7 - Biblia Peshita (Nuevo Testamento)

7 pero si andamos en luz, así como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todos nuestros pecados.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 En cambio, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Pero si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús° su Hijo nos limpia de todo pecado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

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1 Juan 1:7
34 Referencias Cruzadas  

' Perdona nuestras deudas, así como nosotros también perdonamos a nuestros deudores.


Y al día siguiente Juan vio a Jesús que venía hacia Él, y declaró: He aquí el Cordero de Dios que lleva el pecado del mundo.


Jesús les contestó: Por un poco más de tiempo la luz estará con ustedes. Anden mientras tienen la luz, para que no los alcancen las tinieblas. El que anda en tinieblas no sabe adónde va.


porque un ángel bajaba al estanque de vez en cuando y movía el agua, y el primero en descender al estanque una vez que el agua se movía, era sanado de cualquier enfermedad que padeciera.


porque la noche está muy avanzada, y el día se aproxima. Por tanto, despojémonos de las obras de las tinieblas, y vistámonos con las armas de la luz,


Y esto eran algunos de ustedes, pero han sido lavados, santificados y justificados mediante el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por medio del espíritu de nuestro Dios.


en quien tenemos redención, y por su sangre perdón de pecados, conforme a la riqueza de su gracia,


porque antes ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en nuestro Señor. Condúzcanse, pues, como hijos de luz.


que es el único incorruptible y que mora en luz, a quien nadie puede tocar, y a quien ningún hombre ha visto ni es capaz de ver. A Él sea la honra y el dominio eterno para siempre. Amén.


quien se ofreció a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y purificar para sí un nuevo pueblo celoso de buenas obras.


¿cuánto más, pues, la sangre del Cristo, que por el espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo!


Toda dádiva buena y perfecta procede de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio alguno, ni sombra de variación.


sino con la preciosa sangre del Cordero sin mancha y sin contaminación, que es el Cristo,


Lo que hemos contemplado y escuchado, eso también es lo que les damos a conocer, para que tengan comunión con nosotros, y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.


Éstas son las buenas nuevas que hemos escuchado de Él y se las anunciamos: Dios es luz y ninguna tiniebla hay en Él;


Éste es quien vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no sólo mediante agua, sino mediante agua y sangre.


Y tres son los testigos: el espíritu, el agua y la sangre, y los tres concuerdan.


Me regocijé mucho porque encontré a algunos de tus hijos que andan en la verdad, de acuerdo al mandamiento que hemos recibido del Padre.


No hay para mí gozo más grande que éste: escuchar que mis hijos andan en la verdad.


y de parte de Jesucristo, el Testigo, el Fiel, el Primogénito de los muertos y el Soberano de los reyes de la Tierra, el que nos ha amado y con su sangre nos desató de nuestros pecados,


Ellos lo vencieron por la sangre del Cordero, y por la palabra del testimonio de ellos, porque no amaron sus vidas, llegando hasta la muerte.


Yo le contesté: Señor mío, tú lo sabes. Luego él me dijo: Éstos son los que salieron de la Gran Aflicción, que lavaron sus vestiduras y las emblanquecieron en la sangre del Cordero.


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