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2 Samuel 1:2 - Biblia Palabra de Dios para Todos

2 y al tercer día un joven del campamento de Saúl llegó a Siclag. Tenía la ropa rasgada y la cabeza cubierta de ceniza. Se postró rostro en tierra ante David.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Al tercer día llegó un hombre del campamento del ejército de Saúl con sus ropas rasgadas y polvo sobre la cabeza en señal de duelo. El hombre cayó al suelo y se postró delante de David con profundo respeto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl: tenía la ropa hecha tiras y tierra en la cabeza. Apenas llegó donde David, se tiró al suelo y se postró.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Al tercer día sucedió que llegó un hombre del campamento de Saúl, con sus vestidos rotos y tierra sobre su cabeza. Y ocurrió que cuando llegó ante David, cayó en tierra° y se postró.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 al tercer día llegó del campamento de Saúl un hombre con los vestidos desgarrados y cubierta de polvo la cabeza. Al acercarse a David, se echó a tierra y se postró ante él.

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2 Samuel 1:2
25 Referencias Cruzadas  

Al tercer día Abraham alcanzó a ver en la distancia el lugar hacia donde iban.


Cuando Rubén regresó al pozo, se dio cuenta de que José ya no estaba adentro, entonces rasgó su ropa para mostrar su tristeza.


Luego Jacob rasgó su vestido, se puso ropa áspera y por mucho tiempo estuvo de luto por su hijo.


Los hermanos respondieron: —Nuestro papá, su siervo, está bien, aun vive. Luego le hicieron reverencia.


—¿De dónde vienes? —le preguntó David. —Vengo huyendo del campamento israelita —respondió.


Al salir, rasgó la túnica y se echó ceniza en la cabeza. Luego con las manos en la cabeza, se fue llorando.


Cuando la mujer de Tecoa fue a ver al rey, se postró rostro en tierra y le dijo: —¡Ayúdeme, Su Majestad!


David subió a la cima del monte, donde solía adorar a Dios. Esperándolo allí estaba Husay el arquita, quien estaba con la ropa rasgada y con ceniza en la cabeza en señal de duelo.


Al ver Arauna que el rey David y sus oficiales se acercaban, salió y se postró rostro en tierra,


Ya una vez antes alguien pensó que me traía buenas noticias, y me dijo: “Saúl está muerto”, pero yo agarré a ese hombre y lo maté en Siclag, de esa forma le pagué la buena noticia.


«Mardoqueo, reúne a todos los judíos de Susa y pídeles que ayunen por mí. No coman ni beban nada durante tres días y tres noches. Yo ayunaré como ustedes, y mis criadas también lo harán. Después de que ayunemos, iré a ver al rey. Sé que hacer esto va en contra de la ley pero de cualquier forma lo haré. ¡Si he de morir, que muera!»


Al tercer día, Ester vistió su traje real y se paró en la parte interior del palacio, frente al corredor del salón del rey. El rey estaba sentado en su trono al fondo del salón, frente a la puerta.


Díganle a Dios: «Tus obras son imponentes, tu poder es tan inmenso que hasta tus enemigos se postran ante ti.


Llorarán y se lamentarán por ti, se echarán polvo en la cabeza y se revolcarán en las cenizas.


En dos días él nos volverá a dar la vida, y al tercer día nos pondrá en pie. Entonces podremos vivir en su presencia.


En lugar de rasgarse las vestiduras, rasguen su corazón». Cambien su vida y vuelvan al SEÑOR su Dios, compasivo y misericordioso, que no se enoja con facilidad, que está lleno de fiel amor y dispuesto a dar indulto.


Porque así como Jonás estuvo en el estómago de un monstruo marino durante tres días y tres noches, también el Hijo del hombre estará en la tierra por tres días y tres noches.


Desde entonces, Jesús comenzó a explicarles a sus seguidores que tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos líderes, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Tendría que morir, pero a los tres días resucitaría.


Josué rasgó sus vestidos y se postró rostro en tierra ante el cofre del SEÑOR. Se quedó allí hasta la noche, acompañado por los ancianos líderes de Israel. Ellos se arrojaron polvo en la cabeza en demostración de dolor.


Hay un grupo que pertenece a la sinagoga de Satanás, son unos mentirosos que dicen ser judíos pero en realidad no lo son. Haré que ellos vengan y se arrodillen a tus pies y les haré saber que yo te he amado.


En cuanto se fue el criado, David salió de su escondite e inclinó su rostro ante Jonatán. Después de inclinarse tres veces, se besaron y lloraron juntos, hasta que David se desahogó.


En ese preciso momento, llegó Abigail. Al ver a David, se desmontó de su asno y se postró rostro en tierra, inclinándose ante él.


Un hombre de la tribu de Benjamín salió huyendo del combate, rasgó sus vestidos y se echó polvo en la cabeza mostrando así su profunda tristeza.


—¡Vengo del combate, acabo de huir de la batalla! Elí le preguntó: —¿Qué pasó, hijo mío?


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