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Lucas 8:27 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

27 En cuanto Jesús saltó a tierra, salió a su encuentro un hombre procedente de la ciudad. Estaba poseído por demonios, y desde hacía tiempo andaba desnudo y no vivía en casa alguna, sino en el cementerio.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 Mientras Jesús bajaba de la barca, un hombre que estaba poseído por demonios salió a su encuentro. Por mucho tiempo, había estado desnudo y sin hogar, y vivía entre las tumbas en las afueras de la ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Acababa Jesús de desembarcar, cuando vino a su encuentro un hombre de la ciudad que estaba poseído por demonios. Desde hacía mucho tiempo no se vestía ni vivía en casa alguna, sino que habitaba en las tumbas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Y al llegar a tierra, salió al encuentro cierto varón de la ciudad que tenía demonios,° y desde hacía mucho tiempo no se ponía vestido° ni vivía en casas, sino entre los sepulcros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 Apenas él saltó a tierra, le salió al encuentro, procedente de la ciudad, un hombre que estaba poseído por demonios y que desde hacía bastante tiempo no se cubría con ningún vestido ni vivía en casa alguna, sino en los sepulcros.

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Lucas 8:27
8 Referencias Cruzadas  

Su fama se extendió así por toda Siria, y le traían a todos los que padecían algún mal: a los que sufrían diferentes enfermedades y dolores, y a endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y Jesús los curaba.


Y, cuando llegaron a donde se encontraba Jesús, vieron al hombre que había estado poseído por la legión de demonios, y que ahora estaba sentado, vestido y en su cabal juicio. Y todos se llenaron de miedo.


Después de esto arribaron a la región de Gerasa, que está frente a Galilea, en la otra orilla del lago.


Al ver a Jesús, se puso de rodillas delante de él dando alaridos. Gritaba con todas sus fuerzas: - ¡Déjame en paz, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te suplico que no me atormentes!


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