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Apocalipsis 11:8 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

8 Tres días y medio estarán expuestos los cadáveres a la vista de gentes de todo pueblo, raza, lengua y nación, sin que nadie pueda darles sepultura.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Y sus cuerpos quedarán tendidos en la calle principal de Jerusalén, la ciudad que simbólicamente se llama «Sodoma» y «Egipto», la ciudad en la cual su Señor fue crucificado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Ahora sus cadáveres están tendidos en la plaza de la Gran Ciudad, que los creyentes llaman Sodoma o Egipto, en la que también su Señor fue crucificado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y sus cadáveres yacerán° en la plaza° de la gran ciudad, que espiritualmente° se llama Sodoma,° y Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad que simbólicamente se llaman Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado.

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Apocalipsis 11:8
40 Referencias Cruzadas  

Os aseguro que, en el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con más clemencia que ese pueblo.


Cayó a tierra y oyó una voz que decía: - Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?


De la misma manera, Jesús, para consagrar al pueblo con su sangre, murió fuera de la ciudad.


si después de todo esto todavía apostatan, es ya imposible que se pongan de nuevo en camino de conversión. Lo que hacen es crucificar otra vez en sí mismos al Hijo de Dios y exponerle a público escarnio.


Ni libró de la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, antes bien las redujo a cenizas para escarmiento de futuras generaciones pecadoras.


Que a los ángeles que no supieron conservar su condición privilegiada y se rebelaron contra Dios, los mantiene eternamente encadenados a las tinieblas en espera del gran día del juicio final.


Atrás ha quedado la segunda calamidad, pero la tercera está a las puertas.


Mientras tanto, se desbordará el júbilo y la alegría de los habitantes de la tierra. Hasta se harán regalos unos a otros, ya que aquellos dos profetas les habían amargado la existencia.


En las afueras de la ciudad fue pisando el lagar, y de él manó tanta sangre, que inundó la tierra hasta alcanzar la altura de las bridas de un caballo en un radio de trescientos kilómetros.


Un segundo ángel le seguía, clamando: - ¡Por fin cayó la orgullosa Babilonia, la que emborrachó al mundo entero con el vino de su desenfrenada liviandad!


La gran ciudad se partió en tres; se desmoronaron las restantes ciudades del mundo, y Dios se acordó de la orgullosa Babilonia, para hacerle apurar hasta las heces la copa de su terrible indignación.


Se acercó entonces a mí uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas y me dijo: - ¡Ven! Voy a enseñarte el castigo que tengo reservado a la gran prostituta que está sentada sobre aguas caudalosas,


Si ahora quieres saber quién es la mujer que has visto, te diré que es la gran ciudad, la que impera sobre los reyes de la tierra.


Escrito en su frente tenía un nombre misterioso: 'La orgullosa Babilonia, madre de todas las prostitutas y de todos los horrores de la tierra. '


Estremecidos de horror ante el suplicio, exclamarán desde lejos: - ¡Desgraciada de ti, la gran ciudad, Babilonia, la ciudad tan poderosa! ¡Un instante ha bastado para consumarse tu condena!


exclamaban al contemplar de lejos la gigantesca hoguera: - ¿Hubo alguna vez una ciudad tan grande como ésta?


mientras clamaba con fuerte voz: - ¡Por fin cayó la orgullosa Babilonia! Hoy es mansión de demonios, guarida de espíritus impuros y de toda clase de aves inmundas y asquerosas.


Un ángel poderoso levantó entonces un gran peñasco, como una gigantesca rueda de molino, y lo arrojó al mar, exclamando: - Así, violentamente, será arrojada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más se sabrá de ella.


Y estás manchada con la sangre de profetas y de consagrados a Dios, con la sangre de todos los que han sido asesinados en la tierra.


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