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2 Corintios 7:10 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

10 Y es que la tristeza que forma parte de los planes de Dios, origina una conversión salvadora, de la que nunca tendremos que lamentarnos. En cambio, la tristeza producida por el mundo acasiona la muerte.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, a la cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 La tristeza que viene de Dios lleva al arrepentimiento y realiza una obra de salvación que no se perderá. Por el contrario, la tristeza que inspira el mundo provoca muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Porque la tristeza que es según Dios, causa arrepentimiento para salvación sin remordimiento, pero la tristeza del mundo produce muerte.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Pues la tristeza que es según Dios produce una conversión saludable, de la cual no hay que tener pesar; mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.

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2 Corintios 7:10
32 Referencias Cruzadas  

Al oírlo, Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: 'Antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces.' Y, saliendo de allí, se echó a llorar amargamente.


Pues yo os digo que igualmente se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.


En cambio, el publicano, que se había quedado a distancia del fariseo, ni siquiera se atrevía a levantar la vista del suelo, sino que se golpeaba el pecho y decía: 'Dios, ten compasión de mí, que soy pecador.'


Estas razones calmaron a los oyentes, que alabaron a Dios y comentaron: - ¡Así que Dios ha concedido también a los no judíos la oportunidad de convertirse para alcanzar la vida eterna!


Por tanto, convertíos y volveos a Dios para que vuestros pecados os sean borrados.


Pero ahora me alegro, no de haberos entristecido, sino de que esa tristeza haya servido para que cambiéis de actitud. Como fue una tristeza querida por Dios, ningún daño habéis recibido de mí.


Más tarde, como sabéis, quiso también recibir la bendición que le había de constituir en heredero, pero en vano; aunque lo suplicó entre lágrimas, ya no halló modo de cambiar lo que había hecho.


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