Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.
Los azotes que hieren son medicina para el malo, Y el castigo purifica el corazón.
El castigo físico limpia la maldad; semejante disciplina purifica el corazón.
La herida que sangra evita la infección; los golpes curan el mal interior.
Las heridas y las llagas drenan el mal, Y los golpes llegan a lo íntimo del corazón.
Las huellas del azote purifican la intención; los golpes, el fondo del corazón.