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Proverbios 1:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige; no descuides la instrucción de tu madre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu madre:

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no abandones las enseñanzas de tu madre,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre,

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Proverbios 1:8
20 Referencias Cruzadas  

Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos.


¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos!


Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos;


Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana.


Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos.


»Al que mira con desdén a su padre, y rehúsa obedecer a su madre, que los cuervos del valle le saquen los ojos y que se lo coman vivo los buitres.


Los dichos del rey Lemuel. Oráculo mediante el cual su madre lo instruyó:


No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores.


Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre.


Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos.


Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado. Nunca bebemos vino, ni tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos.


»Respetad todos vosotros a vuestra madre y a vuestro padre, y observad mis sábados. Yo soy el Señor vuestro Dios.


Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!


Jesús se dio la vuelta, la vio y le dijo: ―¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento.


Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.


Y bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado.


Si alguien peca contra otra persona, Dios le servirá de árbitro; pero, si peca contra el Señor, ¿quién podrá interceder por él?» No obstante, ellos no hicieron caso a la advertencia de su padre, pues la voluntad del Señor era quitarles la vida.


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