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Jeremías 4:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

11 En aquel tiempo se les dirá a este pueblo y a Jerusalén: «Desde las estériles lomas del desierto sopla un viento abrasador en dirección a la capital de mi pueblo. No es el viento que sirve para aventar ni para limpiar el trigo;

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Viento seco de las alturas del desierto vino a la hija de mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Se acerca la hora en que el Señor dirá a la gente de Jerusalén: «Mi querido pueblo, desde el desierto sopla un viento abrasador, y no la brisa suave que se usa para separar la paja del grano.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 En ese tiempo dirán a este pueblo y a Jerusalén: 'Un viento que quema y que no sirve para separar la paja del grano, sopla desde el desierto hacia la hija de mi pueblo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalem: Un viento abrasador viene de las alturas del desierto a la hija de mi pueblo, No para aventar ni para limpiar;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento ardiente de las dunas del desierto avanza hacia la hija de mi pueblo, no para aventar ni para limpiar:

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Jeremías 4:11
28 Referencias Cruzadas  

Hará llover sobre los malvados ardientes brasas y candente azufre; ¡un viento abrasador será su suerte!


Por eso dije: «Apartaos de mí; voy a llorar amargamente. No insistáis en consolarme: ¡la hija de mi pueblo ha sido destruida!»


Contendió con él con guerra y destierro; lo expulsó con su soplo violento al soplar el viento del este.


Las aventarás y se las llevará el viento; ¡un vendaval las dispersará! Pero tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.


Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas; nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.


«Los dispersaré como a la paja que arrastra el viento del desierto.


»Tú les dirás lo siguiente: »“Que corran lágrimas de mis ojos día y noche, sin cesar, porque la virginal hija de mi pueblo ha sufrido una herida terrible, ¡un golpe muy duro!


El huracán del Señor se ha desatado con furor; un torbellino se cierne amenazante sobre la cabeza de los malvados.


el viento que haré venir es demasiado fuerte para eso, porque yo mismo dictaré sentencia contra ellos».


El clamor de mi pueblo se levanta desde todos los rincones del país: «¿Acaso no está el Señor en Sión? ¿No está allí su rey?» «¿Por qué me provocan con sus ídolos, con sus dioses inútiles y extraños?»


¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial, y mis ojos una fuente de lágrimas, para llorar de día y de noche por los muertos de mi pueblo!


Por eso, así dice el Señor Todopoderoso: «Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba. ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?


El llanto me consume los ojos; siento una profunda agonía. Estoy con el ánimo por los suelos porque mi pueblo ha sido destruido. Niños e infantes desfallecen por las calles de la ciudad.


Ríos de lágrimas corren por mis mejillas porque ha sido destruida la capital de mi pueblo.


Con sus manos, mujeres compasivas cocinaron a sus propios hijos, y esos niños fueron su alimento cuando Jerusalén fue destruida.


Hasta los chacales ofrecen las ubres y dan leche a sus cachorros, pero Jerusalén ya no tiene sentimientos; ¡es como los avestruces del desierto!


Más grande que los pecados de Sodoma es la iniquidad de Jerusalén; ¡fue derribada en un instante, y nadie le tendió la mano!


¿Prosperará aunque sea trasplantada? ¿Acaso el viento del este no la marchitará cuando la azote? ¡Claro que sí se marchitará en el lugar donde había nacido!»


Pero fue desarraigada con furia y arrojada al suelo. El viento del este la dejó marchita, y la gente le arrancó sus frutos. Secas quedaron sus vigorosas ramas, y fueron consumidas por el fuego.


Aunque Efraín prospere entre sus hermanos, vendrá el viento del Señor, el viento solano que se levanta del desierto, y se agotarán sus fuentes y manantiales. ¡Y arrebatará sus tesoros, todos sus objetos preciosos!


Por eso serán como nube matutina, como rocío que temprano se evapora, como paja que se lleva el viento, como humo que se escapa por la chimenea.


¡Por eso un torbellino los arrastrará, y quedarán avergonzados por sus sacrificios!


Son un viento que a su paso arrasa todo; su pecado es hacer de su fuerza un dios».


Estoy incitando a los caldeos, ese pueblo despiadado e impetuoso, que recorre toda la tierra para apoderarse de territorios ajenos.


Tiene el aventador en la mano y limpiará su era, recogiendo el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará».


Tiene el aventador en la mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará.


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