Génesis 32:24 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

²⁴ quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer.

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

²⁴ Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Biblia Nueva Traducción Viviente

²⁴ Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer.

Biblia Católica (Latinoamericana)

²⁴ A todos los hizo pasar al otro lado del torrente, y también hizo pasar todo lo que traía con él.

La Biblia Textual 3a Edicion

²⁴ Y Jacob° se quedó solo, y un varón estuvo luchando con él hasta rayar el alba.

Biblia Serafín de Ausejo 1975

²⁴ Los tomó, pues, y les hizo pasar el torrente. Luego hizo pasar todo cuanto poseía.

Génesis 32:24 Referencias Cruzadas

Génesis 18:2

Abraham alzó la vista, y vio a tres hombres de pie cerca de él. Al verlos, corrió desde la entrada de la tienda a saludarlos. Inclinándose hasta el suelo,

Génesis 30:8

Y Raquel dijo: «He tenido una lucha muy grande con mi hermana, pero he vencido». Por eso Raquel lo llamó Neftalí.

Génesis 32:23

Una vez que lo habían cruzado, hizo pasar también todas sus posesiones,

Génesis 32:25

Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la coyuntura de la cadera, y esta se le dislocó mientras luchaban.

Génesis 32:28

Entonces el hombre le dijo: ―Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Génesis 32:30

Jacob llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida».

Génesis 48:16

el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos jóvenes. Que por medio de ellos sea recordado mi nombre y el de mis padres, Abraham e Isaac. Que crezcan y se multipliquen sobre la tierra».

Éxodo 14:27

Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al despuntar el alba, el agua volvió a su estado normal. Los egipcios, en su huida, se toparon con el mar, y así el Señor los hundió en el fondo del mar.

Cantares 2:17

Antes de que el día despunte y se desvanezcan las sombras, regresa a mí, amado mío. Corre como un venado, como un cervatillo por colinas escarpadas.

Isaías 32:2

Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto.

Daniel 10:8

Nadie se quedó conmigo cuando tuve esta gran visión. Las fuerzas me abandonaron, palideció mi rostro, y me sentí totalmente desvalido.

Lucas 13:24

―Esforzaos por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.

Lucas 22:44

Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.

Romanos 15:30

Os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que os unáis conmigo en esta lucha y que oréis a Dios por mí.

1 Corintios 15:47

El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo.

Efesios 6:12

Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.

Efesios 6:18

Orad en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manteneos alerta y perseverad en oración por todos los santos.

Colosenses 2:1

Quiero que sepáis que sostengo una gran lucha por vuestro bien y por el bien de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente.

Colosenses 4:12

Os manda saludos Epafras, que es uno de vosotros. Este siervo de Cristo Jesús está siempre luchando en oración por vosotros, para que, plenamente convencidos, os mantengáis firmes, cumpliendo en todo la voluntad de Dios.

Hebreos 5:7

En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión.

Josué 5:13

Cierto día, Josué, que acampaba cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie frente a él, espada en mano. Josué se le acercó y le preguntó: ―¿Eres tú de los nuestros, o del enemigo?