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Daniel 4:26 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

26 La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que recibirás nuevamente el reino, cuando hayas reconocido que el verdadero reino es el del cielo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

26 Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Sin embargo, quedaron en la tierra el tocón y las raíces del árbol. Esto significa que usted recibirá nuevamente el reino cuando haya reconocido que es el cielo el que gobierna.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Doce meses después, mientras se paseaba por la terraza del palacio real de Babilonia,

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Y en cuanto a la orden de dejar el tronco del árbol con sus raíces en la tierra, significa que tu reino te quedará firme, después que hayas reconocido que los cielos son los que gobiernan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Doce meses después, mientras estaba paseándose por el palacio real de Babilonia,

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Daniel 4:26
13 Referencias Cruzadas  

Al mismo tiempo, les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo en cuanto a ese sueño misterioso para que ni él ni sus amigos fueran ejecutados con el resto de los sabios babilonios.


Durante la noche, Daniel recibió en una visión la respuesta al misterio. Entonces alabó al Dios del cielo


Tú eres rey entre los reyes; el Dios del cielo te ha dado el reino, el poder, la majestad y la gloria.


Pero deja enterrados el tocón y las raíces; sujétalos con hierro y bronce entre la hierba del campo. Deja que se empape con el rocío del cielo, y que habite con los animales y entre las plantas de la tierra.


»Tú, rey, veías que del cielo bajaba un mensajero santo, el cual te ordenaba derribar el árbol y destruirlo, y dejarlo enterrado para que se empapara con el rocío del cielo, aunque tenías que sujetar con hierro y bronce el tocón y las raíces. De este modo viviría como los animales salvajes hasta que transcurrieran siete años.


No había terminado de hablar cuando se escuchó una voz que desde el cielo decía: «Este es el decreto en cuanto a ti, rey Nabucodonosor. Tu autoridad real se te ha quitado.


Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios.


Pero, cuando su corazón se volvió arrogante y orgulloso, se le arrebató el trono real y se le despojó de su gloria;


fue apartado de la gente y recibió la mente de un animal; vivió entre los asnos salvajes y se alimentó con pasto como el ganado; ¡el rocío de la noche empapaba su cuerpo! Todo esto le sucedió hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el Soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere.


Los discípulos se asombraron al ver esto. ―¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —preguntaron ellos.


Pero yo os digo: No juréis de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios;


Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti.


El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.


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