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2 Samuel 22:48 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

48 Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

48 El Dios que venga mis agravios, Y sujeta pueblos debajo de mí;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

48 Él es el Dios que da su merecido a los que me dañan; él derriba a las naciones y las pone bajo mi control,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

48 ¡Oh Dios, me concedes el desquite, y colocas los pueblos a mis pies!

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La Biblia Textual 3a Edicion

48 El Dios que venga mis agravios, Y sujeta pueblos debajo de mí;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

48 el Dios que me concede la venganza, y somete los pueblos a mi yugo.

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2 Samuel 22:48
11 Referencias Cruzadas  

Ajimaz hijo de Sadoc le propuso a Joab: ―Déjame ir corriendo para avisar al rey que el Señor lo ha librado del poder de sus enemigos.


Entonces llegó el cusita y anunció: ―Le traigo buenas noticias a mi señor el rey. El Señor te ha librado hoy de todos los que se habían rebelado en contra ti.


y, al llegar a Hebrón, le entregaron a David la cabeza de Isboset, diciendo: ―Aquí te traemos la cabeza de Isboset, hijo de tu enemigo Saúl, que intentó matarte. El Señor ha vengado hoy a mi señor el rey por lo que Saúl y su descendencia le hicieron.


Así dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies».


Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio. Él es quien pone los pueblos a mis pies.


Señor, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate!


Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.


Mía es la venganza; yo pagaré. A su debido tiempo, su pie resbalará. Se apresura su desastre, y el día del juicio se avecina”.


¡Que el Señor juzgue entre nosotros dos! ¡Y que el Señor me vengue de ti! Pero mi mano no se alzará contra ti.


Así que, cuando el Señor te haya hecho todo el bien que te ha prometido, y te haya establecido como jefe de Israel,


Cuando David se enteró de que Nabal había muerto, exclamó: «¡Bendito sea el Señor, que me ha hecho justicia por la afrenta que recibí de Nabal! El Señor libró a este siervo suyo de hacer mal, pero hizo recaer sobre Nabal su propia maldad». Entonces David envió un mensaje a Abigaíl, proponiéndole matrimonio.


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