Ya se ponía el sol cuando por todo el ejército se difundió un clamor: «Cada hombre a su ciudad; ¡todo el mundo a su tierra!»
Y a la puesta del sol salió un pregón por el campamento, diciendo: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!
Justo cuando se ponía el sol, este clamor recorrió las filas israelitas: «¡Estamos perdidos! ¡Sálvese quien pueda!».
Al ponerse el sol, corrió la voz por el campamento: '¡Cada cual a su ciudad, cada cual vuelva a su tierra. El rey ha muerto!'
A la puesta del sol salió un pregón por el campamento, diciendo: ¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!
A la puesta del sol se extendió por el campamento este grito: '¡Cada uno a su ciudad! ¡Cada uno a su tierra!'.