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1 Juan 1:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

3 Os anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos también a ustedes para que estén en comunión con nosotros, pues nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo, Jesús el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 lo que hemos visto y oído os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Pues nosotros, en efecto, tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

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1 Juan 1:3
38 Referencias Cruzadas  

Fiel es Dios, quien os ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.


Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.


Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.


para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.


Por tanto, si sentís algún estímulo en vuestra unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable,


Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.


Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.


Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto os anunciamos respecto al Verbo que es vida.


Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio.


Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.


A los ancianos que están entre vosotros, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, os ruego esto:


Por lo tanto, hermanos, vosotros que habéis sido santificados y que tenéis parte en el mismo llamamiento celestial, considerad a Jesús, apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos.


Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo,


porque sin vacilar os he proclamado todo el propósito de Dios.


Este es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.


cuando dice: «Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré».


Los que tienen amos creyentes no deben faltarles al respeto por ser hermanos. Al contrario, deben servirles todavía mejor, porque los que se benefician de sus servicios son creyentes y hermanos queridos. Esto es lo que debes enseñar y recomendar.


Es justo que yo piense así de todos vosotros porque os llevo en el corazón; pues, ya sea que me encuentre preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos vosotros participáis conmigo de la gracia que Dios me ha dado.


es decir, que los gentiles son, junto con Israel, beneficiarios de la misma herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio.


Pero gracias a él vosotros estáis unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención—


y esperar del cielo a Jesús, su Hijo a quien resucitó, que nos libra del castigo venidero.


Ahora, hermanos, quiero recordaros el evangelio que os prediqué, el mismo que recibisteis y en el cual os mantenéis firmes.


Lo hicieron de buena voluntad, aunque en realidad era su obligación hacerlo. Porque, si los gentiles han participado de las bendiciones espirituales de los judíos, están en deuda con ellos para servirles con las bendiciones materiales.


»“¡Mirad, engreídos! ¡Asombraos y desapareced! Porque voy a hacer en estos días una obra que nunca creeríais, aunque alguien os la explicara”».


»Nosotros os anunciamos a vosotros las buenas nuevas respecto a la promesa hecha a nuestros antepasados.


Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.


»Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y estos reconocen que tú me enviaste.


Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. »Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros.


Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.


»Les daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones: a Tarsis, Pul, Lidia (famosa por sus arqueros), Tubal y Grecia, y a las costas lejanas que no han oído hablar de mi fama ni han visto mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria entre las naciones.


Yo proclamaré el decreto del Señor: «Tú eres mi hijo», me ha dicho; «hoy mismo te he engendrado.


El que lo vio ha dado testimonio de ello, y su testimonio es verídico. Él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.


Cuando os dimos a conocer la venida de nuestro Señor Jesucristo en todo su poder, no estábamos siguiendo sutiles cuentos supersticiosos, sino dando testimonio de su grandeza, que vimos con nuestros propios ojos.


Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todo lo bueno que el Señor nos dé.


»Todo esto lo han visto mis ojos; lo han escuchado y entendido mis oídos.


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