Un río con sus brazos alegra la ciudad de Dios, el santuario donde mora el Altísimo.
Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.
Dios habita en esa ciudad; no puede ser destruida. En cuanto despunte el día, Dios la protegerá.
Dios está en ella, no puede ceder, Dios la socorre al despuntar la aurora.
’Elohim está en medio de ella, no será conmovida, ’Elohim la ayudará al clarear la mañana.
Un río: sus corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa entre las moradas del Altísimo.