Pero yo, como sordo, no oigo, y soy como mudo, que no abre la boca.
Soy, pues, como un hombre que no oye, Y en cuya boca no hay reprensiones.
Opté por no oír nada, y tampoco respondo.
como un hombre que no entiende nada y que nada tiene que contestar.
Sí, he llegado a ser como un hombre que no oye, Y en cuya boca faltan argumentos.
Y así yo, igual al sordo que no oye, como el mudo incapaz de abrir la boca,