Del sacerdote que ofrezca un holocausto será la piel de la víctima que ha ofrecido.
Y el sacerdote que ofreciere holocausto de alguno, la piel del holocausto que ofreciere será para él.
En el caso de la ofrenda quemada, el sacerdote podrá quedarse con la piel del animal sacrificado.
El sacerdote que ofrece un holocausto se queda con la piel de la víctima.
El sacerdote que presente el holocausto de alguno, tendrá para sí mismo, como sacerdote, la piel del holocausto que presentó.
Al sacerdote que ofrece el holocausto en nombre de una persona le corresponde la piel de la víctima del holocausto que ha ofrecido.