9-10 Estos cuatro seres vivientes cantan y dan gracias al que está sentado en el trono y vive para siempre. En sus cantos dicen lo maravilloso, poderoso y digno que es él de recibir honores. Cada vez que hacen esto, los veinticuatro ancianos se arrodillan delante de él, lo adoran y, arrojando sus coronas delante del trono, cantan:
9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
y juró por Dios que diría la verdad. Dijo: 'Dios ya no esperará más. Cuando el séptimo ángel toque su trompeta, Dios hará todo lo que había planeado y mantenía en secreto. Hará todo lo que ya había dicho a sus servidores los profetas'. Y el ángel juró por el Dios que vive para siempre y que creó el universo.
Uno de los cuatro seres vivientes le dio una copa llena de vino a cada uno de los ángeles. Las siete copas de vino representaban el enojo de Dios, quien vive para siempre.
Jesús puede salvar para siempre a los que quieren ser amigos de Dios por medio de él, pues vive para siempre y constantemente está pidiendo a Dios por ellos.
Los sacerdotes que ahora reciben la décima parte de lo que ganamos son personas que algún día morirán. Melquisedec, en cambio, sigue vivo, porque la Biblia no dice que haya muerto.
Cada uno de estos seres vivientes tenía seis alas, y ojos por todos lados, y no dejaban de cantar de día y de noche:
'¡Santo, santo,
santo es el Señor,
Dios todopoderoso,
que siempre ha vivido,
que vive, y pronto vendrá!'
En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un libro enrollado. Las hojas del libro estaban escritas por ambos lados, y el libro estaba cerrado con siete sellos.
Y todos ellos les decían a las montañas y a las rocas:
'¡Caigan sobre nosotros para que no nos vea el que está sentado en el trono! ¡Que no nos castigue el Cordero!