4 (5) Tú, Señor, no me dejas pegar los ojos; ¡estoy tan aturdido, que no puedo hablar!
No me dejabas pegar los ojos; Estaba yo quebrantado, y no hablaba.
No me dejas dormir; ¡estoy tan afligido que ni siquiera puedo orar!
No me permite dormir, me perturbo y me faltan las palabras.
Mantienes mis ojos desvelados, Estoy turbado, y no puedo hablar.
Recordando al Señor, soy un gemido; meditando, el aliento se me encoge. Selah