Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús mismo había dicho: «Padre, de los que me diste, no se perdió ninguno.»
para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.
Lo hizo para que se cumplieran sus propias palabras: «No perdí ni a uno solo de los que me diste».
Así se cumplía lo que Jesús había dicho: 'No he perdido a ninguno de los que tú me diste.
(Para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno de ellos.)
para que se cumpliera la palabra que había dicho: 'No perdí a ninguno de aquellos que me has dado'.