Nadie puede rechazar un argumento correcto; pero ustedes me acusaron sin razón.
¡Cuán eficaces son las palabras rectas! Pero ¿qué reprende la censura vuestra?
Las palabras sinceras pueden causar dolor, pero ¿de qué sirven sus críticas?
¡Da gusto escuchar una sana corrección! Pero, ¿qué pretenden con sus sermones?
Los dichos probos son fuertes, Pero, ¿qué reprende vuestra reprensión?
Son dulces las palabras oportunas, pero ¿qué pretenden vuestras críticas?