allí encuentran paz los prisioneros, y dejan de escuchar los gritos del capataz;
Allí también reposan los cautivos; No oyen la voz del capataz.
Aun los cautivos logran tranquilidad en la muerte, donde no hay guardias que los maldigan.
Los prisioneros son excarcelados y ya no se oyen los gritos del vigilante.
A una con los cautivos gozan del reposo, Sin oír la voz del capataz.
También los cautivos están ya tranquilos: no perciben más la voz del vigilante.