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Éxodo 11:8 - Biblia Castilian 2003

8 Entonces todos esos servidores tuyos acudirán a m y, postrándose ante m, dirán: 'Sal tú y todo el pueblo que te sigue'. Y después saldré yo'. Y, encendido en cólera, salió Moisés de casa del Faraón.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante de mí dirán: Vete, tú y todo el pueblo que está debajo de ti; y después de esto yo saldré. Y salió muy enojado de la presencia de Faraón.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Todos los funcionarios de Egipto correrán a buscarme y caerán al suelo ante mí y me suplicarán: “¡Por favor, vete! ¡Apresúrate! Y llévate a todos tus seguidores”. ¡Solo entonces me iré!». Luego Moisés, ardiendo de enojo, salió de la presencia del faraón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Todos tus ministros vendrán a mí, se postrarán delante de mí y me pedirán por favor que nos vayamos, yo y todo el pueblo de Israel. Después de esto, nos iremos. Moisés volvió muy enojado de la presencia de Faraón.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Entonces bajarán a mí todos estos siervos tuyos, y se postrarán ante mí, diciendo: Sal tú y todo el pueblo que sigue tus pasos. Después de esto, partiré. Y con ardor de ira se retiró de la presencia de Faraón.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Entonces todos esos servidores tuyos acudirán a mí y, postrándose ante mí, dirán: 'Sal tú y todo el pueblo que te sigue'. Y después saldré yo'. Y, encendido en cólera, salió Moisés de casa del Faraón.

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Éxodo 11:8
18 Referencias Cruzadas  

Entonces Ben Hadad envió de nuevo a decirle: 'Que esto me hagan los dioses y esto me a adan, si hay bastante polvo en Samar a para llenar los pu os de toda la gente que me sigue'.


Partieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom y después de un rodeo de siete d as faltó el agua para el ejército y para las bestias que les segu an.


Me irrité sobremanera al o r su clamor y sus quejas.


Del director, con instrumentos de cuerda, sobre el octacordio. Salmo. De David.


Respondió Moisés: 'Será como tú dices: no compareceré más en tu presencia'.


Reyes serán tus ayos y sus princesas tus nodrizas; rostro en tierra te adorarán y lamerán el polvo de tus pies, para que sepas que yo soy Yahveh y que no se avergüenzan quienes conf an en m '.


A tus opresores daré a comer su propia carne, y como de mosto se embriagarán con su sangre, para que sepan todos los mortales que yo, Yahveh, soy tu salvador y tu redentor, el fuerte de Jacob'.


El esp ritu me elevó y me arrebató, y yo iba amargado por la excitación de mi esp ritu, pues la mano de Yahveh pesaba sobre m.


Entonces Nabucodonosor, enfurecido y con el semblante alterado a causa de Sidrac, Misac y Abdénago, ordenó encender el horno con un fuego siete veces mayor que el acostumbrado


Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre de sobre la faz de la tierra.


Y mirándolos en torno con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: 'Extiende la mano'. Él la extendió, y la mano se le quedó sana.


Y se les responderá: 'Porque abandonaron la alianza de Yahveh, el Dios de sus padres, la que hizo con ellos cuando los sacó del pa s de Egipto;


Cuando estén extenuados por el hambre, devorados por la fiebre y por la pestilencia mort fera, mandaré contra ellos dientes de fieras y veneno de reptantes por el polvo.


Por la fe dejó Egipto, sin dejarse atemorizar por la ira del rey, ya que se mantuvo en su resolución como quien ve a al Invisible.


Mira: voy a entregarte algunos de la sinagoga de Satanás, que dicen ser jud os y no lo son, sino que mienten. Los voy a obligar a que vengan y se postren a tus pies, y sepan que te amo.


Convocó Barac a Zabulón y Neftal en Cades y emprendió la marcha, seguido de diez mil hombres. También Débora subió con él.


Dijo entonces a los habitantes de Sucot: 'Dad, por favor, tortas de pan a los que me siguen, porque están cansados, y tengo que dar alcance a Zébaj y Salmuná, reyes de Madián'.


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