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Ester 3:4 - Biblia Castilian 2003

4 Y como se lo dijeron un d a tras otro sin que él les hiciera caso, lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se manten a en su actitud, pues ya les hab a indicado que él era jud o.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 Aconteció que hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su dicho; porque ya él les había declarado que era judío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Todos los días le hablaban de lo mismo, pero aun así él se negaba a cumplir la orden. Entonces le informaron a Amán para saber si él toleraría la conducta de Mardoqueo, ya que Mardoqueo les había dicho que era judío.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Todos los días le repetían lo mismo, pero él no les hacía caso. Al final les dijo Mardoqueo que era judío. Lo denunciaron ante Amán para ver si seguía en su actitud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y preguntándole ellos cada día sin que él les prestara atención, ocurrió que lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme a su dicho, por cuanto él les había declarado que era judío.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Y como se lo dijeron un día tras otro sin que él les hiciera caso, lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantenía en su actitud, pues ya les había indicado que él era judío.

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Ester 3:4
11 Referencias Cruzadas  

Ella insist a uno y otro d a, pero José no accedió acostarse con ella, ni a estar a su lado.


Quien de vosotros pertenezca a su pueblo, ¡que Dios sea con él! Suba, pues, a Jerusalén, para reedificar el templo de Yahveh, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén.


Los servidores del rey que estaban en la puerta real dijeron a Mardoqueo: '¿Por qué quebrantas tú la orden del rey?'.


Amán comprobó que Mardoqueo no se arrodillaba ni se postraba ante él, y se llenó de ira.


Pues bien, hay algunos jud os, a quienes pusiste al frente de la administración de la provincia de Babilonia, concretamente Sidrac, Misac y Abdénago, que no han tenido en cuenta tu decreto, ¡oh rey!, no veneran a tu dios y no adoran la estatua de oro que has erigido'.


Fueron de inmediato al palacio del rey y le recordaron el edicto real: '¿No has firmado un edicto, según el cual, quien, por el espacio de treinta d as, hiciera alguna oración a quienquiera que sea, Dios u hombre, fuera de a ti, ¡oh rey!, ser a arrojado al foso de los leones?'.


Él les respondió: 'Soy hebreo, y adoro a Yahveh, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra'.


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