Cuando me sentí seguro, exclamé:«Jamás seré conmovido.»
En mi prosperidad dije yo: No seré jamás conmovido,
Cuando yo tenía prosperidad, decía: «¡Ahora nada puede detenerme!».
Cuando me iba bien, decía entre mí: 'Nada jamás me perturbará'.
En medio de mi seguridad, me decía: No seré conmovido jamás,
Su ira es de un instante, su favor, de por vida; si por la noche llanto, a la aurora, alegría.