Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: «Suelta a esos hombres.»
Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres.
A la mañana siguiente, los funcionarios de la ciudad mandaron a la policía para que le dijera al carcelero: «¡Suelta a esos hombres!».
Por la mañana los magistrados enviaron a unos oficiales con esta orden: 'Deja en libertad a esos hombres.
Cuando se hizo de día, los magistrados enviaron a los alguaciles, diciendo: Suelta a aquellos hombres.
Llegada la mañana, enviaron los pretores a los lictores para que le dijeran: 'Suelta a esos hombres'.