Pero aquel a quien Dios resucitó no sufrió la corrupción de su cuerpo.
Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.
No, el salmo se refería a otra persona, a alguien a quien Dios resucitó y cuyo cuerpo no se descompuso.
Otro, pues, es el que no sufre la corrupción, y ése es Jesús, al que Dios resucitó.
Pero Aquél a quien Dios levantó no vio corrupción.
Pero éste, a quien Dios resucitó, no ha experimentado corrupción.