Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios.
Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.
Estas tablas eran obra de Dios; cada palabra estaba escrita por Dios mismo.
Las tablas eran obra de Dios, como también la escritura era la escritura de Dios, grabada sobre ellas.
Las dos tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada en ellas era escritura de Dios.