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Ester 1 - Biblia Serafín de Ausejo 1975 Vs. Biblia Serafín de Ausejo 1975

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Ester 1

1 El año segundo del reinado de Artajerjes el Grande, el día primero del mes de nisán, tuvo un sueño Mardoqueo hijo de Yaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín. Mardoqueo era un judío que vivía en la ciudad de Susa, personaje muy importante, que servía en el palacio del rey. Era de los deportados que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado de Jerusalén con Jeconías, rey de Judea. Y éste fue su sueño. Había gritos y alboroto, truenos y terremotos, temblor en la tierra. Y en esto dos grandes dragones avanzaron, uno y otro dispuestos a luchar, y lanzaron un gran rugido. A su rugido, todas las naciones se aprestaron para la guerra, para combatir contra la nación de los justos. Fue un día de tinieblas y de oscuridad, de tribulación y de angustia, de estrago y de gran perturbación sobre la tierra. Toda la nación de los justos se turbó por miedo a tantos males; se disponían a morir y clamaron a Dios. A su clamor, nació como de una pequeña fuente un gran río, agua en abundancia. La luz y el sol se levantaron; los humildes fueron ensalzados y devoraron a los revestidos de gloria. Cuando despertó Mardoqueo, tenía profundamente grabado el sueño y se empeñó a toda costa, hasta llegada la noche, en desentrañar su sentido y lo que Dios se proponía hacer. Mardoqueo vivía en el palacio con Gabat y Tarra, los dos eunucos del rey que custodiaban el palacio. Allí tuvo noticia de sus planes, descubrió sus proyectos y averiguó que se preparaban para poner sus manos sobre el rey Artajerjes. Entonces los denunció al rey. El rey mandó interrogar a los dos eunucos, que después de haberlo confesado, fueron llevados al suplicio. Para memoria de ello, el rey mandó poner estos hechos por escrito, y también Mardoqueo escribió sobre estos sucesos. El rey dio orden de que Mardoqueo desempeñase un cargo en el palacio y le dio regalos por su actuación. Pero Amán, hijo de Hamdatá, del país de Agag[, que gozaba del favor del rey, buscó la manera de hacer daño a Mardoqueo y a su pueblo por el asunto de los dos eunucos del rey. Sucedió en tiempos de Asuero, aquel Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias,

2 que en aquellos días, mientras el rey Asuero se sentaba en su trono real, en la ciudadela de Susa,

3 el año tercero de su reinado, dio un festín a todos sus grandes y servidores: a los jefes del ejército de Persia y de Media, a los gobernadores y a la nobleza de las provincias, que se reunieron en su presencia.

4 Les mostró la riqueza de su gloria regia y el brillo de su magnífica grandeza durante muchos días; durante ciento ochenta días.

5 Transcurridos estos días, el rey dio a todo el pueblo que habitaba en la ciudadela de Susa, desde el mayor hasta el menor, un festín por espacio de siete días en la explanada de los jardines del palacio real.

6 Lienzos blancos y morados pendían sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillas de plata y a columnas de mármol; divanes de oro y plata se extendían sobre un pavimento de pórfido, de mármol, de alabastro y de mosaico.

7 Las bebidas se servían en vasos de oro de formas diversas, y el vino ofrecido por el rey corría en abundancia conforme a la liberalidad regia.

8 La bebida se daba por disposición del rey, pero a nadie se le obligaba, pues así lo había mandado el rey a todos los intendentes de su palacio, para que cada cual siguiera sus propios deseos.

9 También la reina Vastí dio un festín para las mujeres en el palacio del rey Asuero.

10 El día séptimo, alegre el corazón del rey por el vino, mandó a Mehumán, a Bizetá, a Jarboná, a Bigtá, a Abagtá, a Zetar y a Carcás, los siete eunucos que estaban al servicio del rey Asuero,

11 que trajeran a su presencia a la reina Vastí, con la corona real, para mostrar a los pueblos y a los grandes su belleza, pues era realmente muy hermosa.

12 Pero, en contra de la orden del rey transmitida por medio de los eunucos, la reina Vastí se negó a acudir. El rey se enojó mucho y la ira se encendió en él.

13 Interrogó el rey a los sabios conocedores de los tiempos, pues tal era la costumbre del rey con todos los conocedores de la ley y del derecho.

14 Entre ellos, los más allegados eran Carsená, Setar, Admatá, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, siete grandes de Persia y de Media, que asistían al rey y ocupaban los primeros puestos en el reino.

15 'Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti, por no haber ejecutado la orden del rey Asuero transmitida por medio de los eunucos?'

16 Contestó Memucán en presencia del rey y de los grandes: 'No sólo contra el rey ha faltado la reina Vastí, sino contra todos los grandes, contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero.

17 Porque la acción de la reina se divulgará entre todas las mujeres, y menospreciarán a sus maridos cuando se diga: 'El rey Asuero mandó traer a su presencia a la reina Vastí, pero ella no fue''.

18 Y desde ahora en adelante, las princesas de Persia y de Media que se enteren de la acción de la reina se la contarán a todos los grandes del rey, y habrá muchos desprecios y enojos.

19 Si al rey le parece bien, que ordene publicar un edicto real, que ha de inscribirse entre las leyes de Persia y de Media para que no sea derogado, y que en él se diga que Vastí no comparezca más en presencia del rey Asuero y que el rey da su dignidad de reina a otra mejor que ella.

20 El edicto que el rey dé será conocido en todo su reino, aunque es inmenso; y así, todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el mayor hasta el menor'.

21 Esta propuesta pareció bien al rey y a los grandes y el rey actuó en conformidad con la sugerencia de Memucán.

22 Entonces el rey envió cartas a todas las provincias, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua, para que fueran los maridos quienes mandaran en su casa y en ella se hablara la lengua de su pueblo.

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Ester 1

1 El año segundo del reinado de Artajerjes el Grande, el día primero del mes de nisán, tuvo un sueño Mardoqueo hijo de Yaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín. Mardoqueo era un judío que vivía en la ciudad de Susa, personaje muy importante, que servía en el palacio del rey. Era de los deportados que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado de Jerusalén con Jeconías, rey de Judea. Y éste fue su sueño. Había gritos y alboroto, truenos y terremotos, temblor en la tierra. Y en esto dos grandes dragones avanzaron, uno y otro dispuestos a luchar, y lanzaron un gran rugido. A su rugido, todas las naciones se aprestaron para la guerra, para combatir contra la nación de los justos. Fue un día de tinieblas y de oscuridad, de tribulación y de angustia, de estrago y de gran perturbación sobre la tierra. Toda la nación de los justos se turbó por miedo a tantos males; se disponían a morir y clamaron a Dios. A su clamor, nació como de una pequeña fuente un gran río, agua en abundancia. La luz y el sol se levantaron; los humildes fueron ensalzados y devoraron a los revestidos de gloria. Cuando despertó Mardoqueo, tenía profundamente grabado el sueño y se empeñó a toda costa, hasta llegada la noche, en desentrañar su sentido y lo que Dios se proponía hacer. Mardoqueo vivía en el palacio con Gabat y Tarra, los dos eunucos del rey que custodiaban el palacio. Allí tuvo noticia de sus planes, descubrió sus proyectos y averiguó que se preparaban para poner sus manos sobre el rey Artajerjes. Entonces los denunció al rey. El rey mandó interrogar a los dos eunucos, que después de haberlo confesado, fueron llevados al suplicio. Para memoria de ello, el rey mandó poner estos hechos por escrito, y también Mardoqueo escribió sobre estos sucesos. El rey dio orden de que Mardoqueo desempeñase un cargo en el palacio y le dio regalos por su actuación. Pero Amán, hijo de Hamdatá, del país de Agag[, que gozaba del favor del rey, buscó la manera de hacer daño a Mardoqueo y a su pueblo por el asunto de los dos eunucos del rey. Sucedió en tiempos de Asuero, aquel Asuero que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias,

2 que en aquellos días, mientras el rey Asuero se sentaba en su trono real, en la ciudadela de Susa,

3 el año tercero de su reinado, dio un festín a todos sus grandes y servidores: a los jefes del ejército de Persia y de Media, a los gobernadores y a la nobleza de las provincias, que se reunieron en su presencia.

4 Les mostró la riqueza de su gloria regia y el brillo de su magnífica grandeza durante muchos días; durante ciento ochenta días.

5 Transcurridos estos días, el rey dio a todo el pueblo que habitaba en la ciudadela de Susa, desde el mayor hasta el menor, un festín por espacio de siete días en la explanada de los jardines del palacio real.

6 Lienzos blancos y morados pendían sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillas de plata y a columnas de mármol; divanes de oro y plata se extendían sobre un pavimento de pórfido, de mármol, de alabastro y de mosaico.

7 Las bebidas se servían en vasos de oro de formas diversas, y el vino ofrecido por el rey corría en abundancia conforme a la liberalidad regia.

8 La bebida se daba por disposición del rey, pero a nadie se le obligaba, pues así lo había mandado el rey a todos los intendentes de su palacio, para que cada cual siguiera sus propios deseos.

9 También la reina Vastí dio un festín para las mujeres en el palacio del rey Asuero.

10 El día séptimo, alegre el corazón del rey por el vino, mandó a Mehumán, a Bizetá, a Jarboná, a Bigtá, a Abagtá, a Zetar y a Carcás, los siete eunucos que estaban al servicio del rey Asuero,

11 que trajeran a su presencia a la reina Vastí, con la corona real, para mostrar a los pueblos y a los grandes su belleza, pues era realmente muy hermosa.

12 Pero, en contra de la orden del rey transmitida por medio de los eunucos, la reina Vastí se negó a acudir. El rey se enojó mucho y la ira se encendió en él.

13 Interrogó el rey a los sabios conocedores de los tiempos, pues tal era la costumbre del rey con todos los conocedores de la ley y del derecho.

14 Entre ellos, los más allegados eran Carsená, Setar, Admatá, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, siete grandes de Persia y de Media, que asistían al rey y ocupaban los primeros puestos en el reino.

15 'Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti, por no haber ejecutado la orden del rey Asuero transmitida por medio de los eunucos?'

16 Contestó Memucán en presencia del rey y de los grandes: 'No sólo contra el rey ha faltado la reina Vastí, sino contra todos los grandes, contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Asuero.

17 Porque la acción de la reina se divulgará entre todas las mujeres, y menospreciarán a sus maridos cuando se diga: 'El rey Asuero mandó traer a su presencia a la reina Vastí, pero ella no fue''.

18 Y desde ahora en adelante, las princesas de Persia y de Media que se enteren de la acción de la reina se la contarán a todos los grandes del rey, y habrá muchos desprecios y enojos.

19 Si al rey le parece bien, que ordene publicar un edicto real, que ha de inscribirse entre las leyes de Persia y de Media para que no sea derogado, y que en él se diga que Vastí no comparezca más en presencia del rey Asuero y que el rey da su dignidad de reina a otra mejor que ella.

20 El edicto que el rey dé será conocido en todo su reino, aunque es inmenso; y así, todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el mayor hasta el menor'.

21 Esta propuesta pareció bien al rey y a los grandes y el rey actuó en conformidad con la sugerencia de Memucán.

22 Entonces el rey envió cartas a todas las provincias, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua, para que fueran los maridos quienes mandaran en su casa y en ella se hablara la lengua de su pueblo.

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Biblia Version de Serafin Ausejo

Copyright © Serafín de Ausejo 1975.

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