2 Corintios 51 Porque sabemos, que si nuestra casa terrestre en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio celestial, una casa eterna, hecha no por manos humanas. 2 Por eso gemimos, ansiando ser revestidos de nuestra habitación celestial,* 3 si es que habiendo sido vestidos, no somos hallados desnudos.* 4 Porque los que estamos en esta tienda, gemimos agravados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Pero Dios nos hizo para esto mismo, y nos dio la garantía del Espíritu. 6 Así, vivimos siempre animados, sabiendo que mientras estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor; 7 porque andamos por la fe, no por vista. 8 Pero cobramos ánimo, y preferimos dejar el cuerpo, y habitar con el Señor. 9 Por eso, ausentes o presentes, procuramos agradarle.* 10 Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho cuando estuvo en el cuerpo, sea bueno o malo. 11 Conociendo, pues, la reverencia que debemos al Señor, persuadimos a los hombres, pues Dios conoce lo que somos, y espero que también sea conocido por vuestras conciencias.* 12 No nos recomendamos otra vez a vosotros, sino que os damos ocasión de gloriaros de nosotros, para que tengáis qué responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón. 13 Porque si hemos perdido el juicio, es para Dios; y si somos cuerdos es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, luego todos han muerto.* 15 Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió, y resucitó por ellos.* 16 De manera que de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne. Y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.* 17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo.* 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. 19 Porque Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no atribuyendo a los hombres sus pecados. Y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así, somos embajadores en nombre de Cristo. Como si Dios rogase por medio nuestro, os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.* 21 Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros seamos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 51 Porque sabemos, que si nuestra casa terrestre en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio celestial, una casa eterna, hecha no por manos humanas. 2 Por eso gemimos, ansiando ser revestidos de nuestra habitación celestial,* 3 si es que habiendo sido vestidos, no somos hallados desnudos.* 4 Porque los que estamos en esta tienda, gemimos agravados; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Pero Dios nos hizo para esto mismo, y nos dio la garantía del Espíritu. 6 Así, vivimos siempre animados, sabiendo que mientras estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor; 7 porque andamos por la fe, no por vista. 8 Pero cobramos ánimo, y preferimos dejar el cuerpo, y habitar con el Señor. 9 Por eso, ausentes o presentes, procuramos agradarle.* 10 Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho cuando estuvo en el cuerpo, sea bueno o malo. 11 Conociendo, pues, la reverencia que debemos al Señor, persuadimos a los hombres, pues Dios conoce lo que somos, y espero que también sea conocido por vuestras conciencias.* 12 No nos recomendamos otra vez a vosotros, sino que os damos ocasión de gloriaros de nosotros, para que tengáis qué responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón. 13 Porque si hemos perdido el juicio, es para Dios; y si somos cuerdos es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, luego todos han muerto.* 15 Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió, y resucitó por ellos.* 16 De manera que de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne. Y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.* 17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo.* 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. 19 Porque Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no atribuyendo a los hombres sus pecados. Y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así, somos embajadores en nombre de Cristo. Como si Dios rogase por medio nuestro, os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.* 21 Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros seamos hechos justicia de Dios en él. |
All Rights Reserved to © Sociedad Bíblica Emanuel, INC
All Rights Reserved to © Sociedad Bíblica Emanuel, INC