Zacarías 14:16 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual
16-19 Después de esto, los que atacaron a Jerusalén y hayan quedado con vida vendrán a la ciudad cada año para adorar a nuestro Rey, el Dios todopoderoso, y para celebrar la fiesta de las enramadas. Pero si Egipto, o alguna otra nación, no viene a Jerusalén, Dios impedirá que llueva en esa nación, y así la castigará.
16 Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos.
16 A fin de cuentas, los enemigos de Jerusalén que sobrevivan a la plaga, subirán a Jerusalén cada año para adorar al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales, y para celebrar el Festival de las Enramadas.
16 Después de esto, los sobrevivientes de todos los países que le declararon la guerra a Jerusalén vendrán anualmente a adorar al Rey, Yavé de los Ejércitos, y a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
16 Y sucederá que todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalem, subirán de año en año a postrarse ante el Rey, ante YHVH Sebaot, y a celebrar la solemnidad de los Tabernáculos.
16 Todos los supervivientes de todas las naciones que vinieron contra Jerusalén subirán año tras año a adorar al rey Yahveh Sebaot y a celebrar la fiesta de las Tiendas.
»El primer día de cada mes, y el día sábado, de cada semana, todos vendrán a adorarme. »Cuando mi pueblo salga, verá en el suelo los cadáveres de los que se rebelaron contra mí. Allí los gusanos nunca mueren, y el fuego nunca se apaga. »¡El mundo entero lo verá y se llenará de espanto! Les juro que así será».
32 (3.5) Pero yo salvaré a los que me reconozcan como su Dios. Mi templo está en Jerusalén, y en esta ciudad vivirán los que hayan escapado, junto con mis elegidos.
En ese mismo instante hubo un gran terremoto, que destruyó la décima parte de la ciudad, y siete mil personas murieron. Los sobrevivientes tuvieron mucho miedo y alabaron a Dios, que está en el cielo.
Después de eso, Dios salvará a todo el pueblo de Israel. Como lo dice en la Biblia: «El Salvador vendrá de Jerusalén, y limpiará toda la maldad del pueblo de Israel.
Si alguien le ofrece a Dios el primer pan que hornea, en realidad le está ofreciendo toda la masa con que hizo el pan. Si a Dios se le ofrecen las raíces de un árbol, entonces también las ramas del árbol le pertenecen.
¡Maldito sea el que me prometa uno de sus mejores animales, y luego me presente un animal defectuoso! ¡Yo soy el gran Rey, y todas las naciones me respetan! Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así lo haré.
pero su país será destruido y el enemigo conquistará sus ciudades. ¡Hasta sus mejores soldados morirán en el campo de batalla! Yo soy el Dios de Israel; yo soy el Dios todopoderoso, y les juró que así será.
»Ustedes, los que viven en Egipto, vayan empacando lo que tienen, porque serán llevados prisioneros; la capital será destruida y quedará en ruinas y sin gente. »Les juro por mí mismo que el enemigo que viene se parece al monte Tabor, que sobresale entre los montes; se parece al monte Carmelo, que está por encima del mar. ¡Yo soy el Dios todopoderoso! ¡Yo soy el único Rey!
Entonces exclamé: «¡Ahora sí voy a morir! Porque yo, que soy un hombre pecador y vivo en medio de un pueblo pecador, he visto al rey del universo, al Dios todopoderoso».
También celebraron la fiesta de las enramadas de acuerdo con lo que ordenaba la ley, y ofrecieron diariamente la cantidad de ofrendas que correspondía. También ofrecieron las ofrendas acostumbradas en la fiesta de la luna nueva y en todas las fiestas dedicadas a Dios. Además daban a Dios ofrendas voluntarias.
Egipto está rodeado de ríos, tiene gente muy alta, de piel brillante. Es un pueblo fuerte y orgulloso, y todo el mundo le teme. Pero cuando llegue el día de su castigo traerá ofrendas a Jerusalén y adorará al Dios todopoderoso.
Ese día sonará la gran trompeta. Todos los que estaban prisioneros en el país de Asiria y en el país de Egipto, vendrán para adorar a Dios en la santa ciudad de Jerusalén».
y gente de muchas naciones, y unos a otros se dirán: «Subamos al monte de Sión, al templo del Dios de Israel, para que él mismo nos enseñe y obedezcamos sus mandamientos. »Dios mismo será nuestro maestro desde el monte de Sión, ¡desde la ciudad de Jerusalén!