Malaquías 2:6 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual6 Leví nunca engañó a la gente, sino que les enseñó la verdad; siempre vivió en armonía conmigo, y fue una persona tan honesta que a muchos los apartó de la maldad. অধ্যায়টো চাওকঅধিক সংস্কৰণBiblia Reina Valera 19606 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. অধ্যায়টো চাওকBiblia Nueva Traducción Viviente6 Comunicaron al pueblo la verdad de las instrucciones que recibieron de mí. No mintieron ni estafaron; anduvieron conmigo y llevaron vidas buenas y justas e hicieron volver a muchas personas de sus vidas pecaminosas. অধ্যায়টো চাওকBiblia Católica (Latinoamericana)6 El levita enseñaba la verdadera doctrina y nada perverso salía de sus labios; me servía, traía paz y justicia y apartaba a muchos del mal. অধ্যায়টো চাওকLa Biblia Textual 3a Edicion6 La Ley de verdad estaba en su boca, y no había injusticia en sus labios. En paz y en rectitud anduvo conmigo, e hizo volver a muchos de su iniquidad. অধ্যায়টো চাওকBiblia Serafín de Ausejo 19756 Enseñanza de verdad había en su boca y no había iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo y a muchos apartaba de la iniquidad. অধ্যায়টো চাওক |
Quiero que hables con ellos, para que se den cuenta de todo lo malo que hacen, y para que comiencen a obedecer a Dios. Ellos ahora caminan como si estuvieran ciegos, pero tú les abrirás los ojos. Así dejarán de obedecer a Satanás, y obedecerán a Dios. Podrán creer en mí, y Dios les perdonará sus pecados. Así serán parte del santo pueblo de Dios.”
Mandaron a algunos de sus seguidores, junto con unos partidarios del rey Herodes, para que dijeran a Jesús: —Maestro, sabemos que siempre dices la verdad. Tú le enseñas a la gente que debe obedecer a Dios en todo. No te importa lo que digan los demás acerca de tus enseñanzas, porque tú no hablas para quedar bien con ellos.
A la tribu de Leví le dijo: «Dios discutió con los israelitas y los puso a prueba en Masá, junto al manantial de Meribá. Pero confía en ustedes porque lo obedecieron, pues consideraron más importante mantenerse fieles a su pacto, que mantenerse fieles a sus padres, a sus hermanos o a sus hijos. Por eso Dios les entregó el Urim y el Tumim, y los nombró sus sacerdotes.
Los hijos de Elí eran muy malos y no respetaban ni obedecían a Dios. Hacían cosas terribles con las ofrendas que la gente llevaba al santuario. Por ejemplo, la Ley de Dios decía que, al presentar las ofrendas, primero se debía quemar la grasa del animal y luego darle al sacerdote una porción de la carne. Sin embargo, cuando la gente apenas iba a quemar la grasa, venía un sirviente de los hijos de Elí y le decía al que presentaba la ofrenda: «Dame la carne que le toca al sacerdote, para que yo se la prepare. Debo llevarla cruda porque el sacerdote no la quiere ya cocida». A veces alguien contestaba: «Déjame quemar primero la grasa, y luego te llevarás lo que gustes». Pero el sirviente le respondía: «Si no me la das ahora, me la llevaré por la fuerza». Muchas veces el sirviente llegaba con un tenedor, lo metía en la olla donde se estaba cocinando la carne, y todo lo que sacaba era para los hijos de Elí.