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Isaías 34:5 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

5 Isaías continuó diciendo: «Ya se ve en el cielo la espada de nuestro Dios; está a punto de castigar a todo el pueblo de Edom. ¡Dios lo ha condenado a muerte!

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অধিক সংস্কৰণ

Biblia Reina Valera 1960

5 Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Y cuando mi espada haya terminado su trabajo en los cielos, caerá sobre Edom, la nación que he señalado para ser destruida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Mi espada en los cielos estaba esperando y ahora cae sobre Edom, sobre este pueblo que yo quiero que sea castigado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Mi espada se embriagará en los cielos, Y para juicio descenderá en Edom° Sobre el pueblo de mi anatema.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Porque está ebria mi espada en los cielos. Mirad: baja contra Edom, contra el pueblo condenado por mí al exterminio.

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Isaías 34:5
32 পৰস্পৰ সংযোগসমূহ  

»El día de la victoria pertenece al poderoso Dios de Israel. Él ganará la batalla; se vengará de sus enemigos. La espada se empapará de sangre y acabará por matar a todos. Allá en el país del norte, a la orilla del río Éufrates, el Dios de Israel matará a mucha gente.


Si los descendientes de Esaú intentan reconstruir su país, yo les aseguro que volveré a destruir lo que ellos construyan. La tierra de Esaú será conocida como “el país de la maldad”, y su pueblo será conocido como “el pueblo con el que Dios siempre está enojado”. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juró que así será.


¿Quién es ese que llega desde Bosrá, la capital del reino de Edom, con las ropas teñidas de rojo? ¿Quién es ese que está tan bien vestido y avanza con una fuerza terrible? Soy yo, el Dios de Israel, el que anuncia la victoria y tiene poder para salvar.


»Luego les diré a los malvados: “¡Aléjense de mí! Lo único que pueden esperar de Dios es castigo. Váyanse al fuego que nunca se apaga, al fuego que Dios preparó para el diablo y sus ayudantes.


»¡A ustedes, pueblo de Etiopía, yo los mataré con mi espada!»


ni cesarán de gritar: “Ay, terrible espada de Dios, ¿hasta cuándo nos seguirás atacando? ¡Regresa ya a tu funda y deja de matarnos!”


Todos han pecado; por eso la tierra está bajo maldición y muy pocos han quedado con vida. La ciudad está desierta.


El día que Jerusalén cayó, los edomitas gritaban: «¡Acaben con la ciudad! ¡Que no quede rastro de ella!» Dios mío, ¡no te olvides de esos gritos!


¡Vamos, Dios mío! ¡Enfréntate a ellos y derrótalos! ¡Echa mano a la espada y sálvame de esos malvados! ¡Sálvame con tu poder! ¡Sálvame de esta gente que todo lo tiene! Mándales todos los castigos que les tienes reservados, pero castiga también a sus hijos y a sus nietos.


De sus vacas, cabras y ovejas sacaron leche y cuajada; en su mesa se sirvió carne del mejor ganado. Comieron pan del mejor trigo y vino de las mejores uvas.


En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una espada delgada y de doble filo. Su cara brillaba como el sol de mediodía.


Esos hombres no pueden ver a una mujer sin desear tener relaciones sexuales con ella; ¡nunca se cansan de pecar! Engañan a los que no confían mucho en Cristo, y son muy buenos para conseguir lo que desean. Pero Dios los castigará. ¡De eso no hay duda!


Pero corren un grave peligro los que buscan agradar a Dios obedeciendo la ley, porque la Biblia dice: «Maldito sea el que no obedezca todo lo que la ley ordena.»


Si alguien no ama al Señor Jesucristo, que la maldición de Dios caiga sobre él. Yo, por mi parte, oro al Señor Jesucristo y le digo: «¡Ven, Señor nuestro!»


tus gobernantes no respetaron mi templo; por eso yo, el único Dios, permití que fueras humillado y destruido».


no les espera nada bueno. Porque yo los llamé y ustedes no me respondieron, les hablé y no me obedecieron; hicieron lo que no me gusta, y eligieron lo que no me agrada».


Sus cerros y sus colinas, sus valles y sus ríos, quedarán cubiertos de soldados muertos en batalla.


Cuando la tierra de Israel quedó convertida en desierto, ustedes se alegraron. Pero será mayor mi alegría cuando sus montañas y todo su país queden como un desierto. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.”


Dios le mostró a Isaías lo que iba a hacer contra el país de Edom, y en esa visión él escuchó que alguien le gritaba desde ese país: «Isaías, ¿cuánto tiempo falta para que termine nuestro castigo?»


”Pero yo soy el Dios de Israel, y me declaro en contra de Edom y de las otras naciones. Estoy muy enojado con ellas porque, entre burlas y desprecios se han adueñado de mi tierra y la han destruido”.


»¡Silencio! ¡Ya se acerca el día del castigo! ¡Todo está preparado! ¡Los invitados ya están aquí! ¡Voy a destruir a mi pueblo!


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