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Hechos 10:22 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

22 Ellos respondieron: —Nos envía el capitán Cornelio, que es un hombre bueno y obedece a Dios. Todos los judíos lo respetan mucho. Un ángel del Señor se le apareció y le dijo: “Haz que Pedro venga a tu casa, y escucha bien lo que va a decirte.”

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অধিক সংস্কৰণ

Biblia Reina Valera 1960

22 Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus palabras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Ellos dijeron: —Nos envió Cornelio, un oficial romano. Es un hombre devoto y temeroso de Dios, muy respetado por todos los judíos. Un ángel santo le dio instrucciones para que vayas a su casa a fin de que él pueda escuchar tu mensaje.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Ellos respondieron: 'Nos envía el capitán Cornelio. Es un hombre recto, de los 'que temen a Dios', y lo aprecian todos los judíos. Ha recibido de un santo ángel la orden de hacerte venir a su casa para aprender algo de ti.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Y ellos dijeron: Cornelio, centurión, varón justo y temeroso de Dios, y aprobado por toda la nación de los judíos, fue instruido por un santo ángel para hacerte ir a su casa, y oír algunas palabras de tu parte.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Ellos dijeron: 'El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, muy bien considerado por todo el pueblo de los judíos, recibió de un ángel santo la orden de conducirte a su casa y de escuchar tus palabras'.

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Hechos 10:22
36 পৰস্পৰ সংযোগসমূহ  

El mensaje que él te va a dar hará que se salven tú y toda tu familia.”


Cornelio y todos los de su casa amaban y adoraban a Dios. Además, Cornelio ayudaba mucho a los judíos pobres, y siempre oraba a Dios.


Todos hablan bien de Demetrio, y su comportamiento nos demuestra que dicen la verdad. También nosotros hablamos bien de él, y tú sabes que no mentimos.


Recuerden el mensaje que los profetas de Dios nos dieron hace mucho tiempo. No olviden el mandamiento que nos dio nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y que los apóstoles les enseñaron a ustedes.


y allí están todos aquellos a quienes Dios trató como a hijos, y a quienes les dio el derecho de vivir en el cielo. Ustedes se han acercado a Dios, quien juzgará a todo el mundo. También se han acercado a los espíritus de las personas buenas que Dios hizo perfectas.


Dios aceptó a nuestros antepasados porque ellos confiaron en él.


»Los que me son fieles en todo y confían en mí vivirán para siempre. Pero si dejan de serme fieles, no estaré contento con ellos.»


Por último, debe contar con el respeto de la gente que no cree en Jesucristo, para que nunca pase vergüenza delante de ellos ni caiga en alguna trampa de Satanás.


La buena noticia nos enseña que Dios acepta a los que creen en Jesús. Como dice la Biblia: «Aquellos a quienes Dios ha aceptado, y confían en él, vivirán para siempre.»


Yo creo que Dios hará que los muertos vuelvan a vivir, no importa que hayan sido buenos o malos. Y también los que me acusan creen lo mismo.


Allí en Damasco había un hombre llamado Ananías, que amaba a Dios y obedecía la ley de Moisés. La gente de esa ciudad hablaba muy bien de él.


»Enseguida envié a mis mensajeros, y tú has aceptado muy amablemente mi invitación. Todos estamos aquí, listos para oír lo que Dios te ha ordenado que nos digas, y estamos seguros de que él nos está viendo en este momento.


que está viviendo en casa de un curtidor de pieles llamado Simón. La casa está junto al mar.»


Elijan con cuidado a siete hombres, para que se encarguen de ese trabajo. Tienen que ser personas en las que todos ustedes confíen, que hagan lo bueno y sean muy sabios, y que tengan el poder del Espíritu Santo.


»No pido solo por ellos, sino también por los que creerán en mí cuando escuchen su mensaje.


porque les he dado el mensaje que me diste, y ellos lo han aceptado. Saben que tú me enviaste, y lo han creído.


Si alguien recibe al que yo envío, me recibe a mí. Y el que me recibe a mí, recibe también al que me envió.»


Simón Pedro le contestó: —¿Y a quién seguiríamos, Señor? Solo tus palabras dan vida eterna.


El que da vida eterna es el Espíritu de Dios; ninguna persona puede dar esa vida. Las palabras que les he dicho vienen del Espíritu que da esa vida.


»Les aseguro que todo el que preste atención a lo que digo, y crea en Dios, que fue quien me envió, tendrá vida eterna. Aunque antes haya vivido alejado de Dios, ya no será condenado, pues habrá recibido la vida eterna.


Había un hombre llamado José, que era del pueblo de Arimatea, en la región de Judea. Este hombre era bueno y honesto, y deseaba que Dios comenzara ya a reinar en el mundo. Era miembro de la Junta Suprema, pero cuando la Junta decidió que Jesús debía morir, él no estuvo de acuerdo.


En ese tiempo había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que obedecía a Dios y lo amaba mucho. Vivía esperando que Dios libertara al pueblo de Israel. El Espíritu Santo estaba sobre Simeón,


»Delante de esta gente malvada que rechaza a Dios, no se avergüencen de mí ni de mis palabras. Si lo hacen, yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de ustedes cuando venga con el poder de mi Padre y con sus ángeles.»


Herodes le tenía miedo a Juan y lo protegía, porque sabía que Juan era un hombre justo y santo. Y aunque Herodes no sabía qué hacer cuando lo oía hablar, lo escuchaba de buena gana.


»Esos babilonios son muy orgullosos, pero ustedes, que son humildes, vivirán porque confían en mí.


9 (10) Si alguien es inteligente y sabio, debe prestar atención a este mensaje. Todo lo que Dios hace es correcto, y la gente buena sigue su ejemplo. ¡Pero los malvados son desobedientes y por eso Dios los destruye!


Dios les avisó a los sabios, en un sueño, que no volvieran al palacio de Herodes. Ellos, entonces, regresaron a su país por otro camino.


»Si alguno se avergüenza de mí y de mis enseñanzas, entonces yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de esa persona cuando venga con todo mi poder, y con el poder de mi Padre y de los santos ángeles.


Entonces Pedro bajó y les dijo a los hombres: —Yo soy Pedro. ¿Para qué me buscan?


Cornelio le respondió: —Hace cuatro días, como a las tres de la tarde, yo estaba aquí en mi casa, orando. De pronto se me apareció un hombre con ropa muy brillante,


Dios se enojará mucho y lo castigará duramente. No será un castigo suave, sino que lo hará sufrir con fuego y azufre ardiente, y los santos ángeles y el Cordero lo verán sufrir su castigo.


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