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Deuteronomio 32:24 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

24 El hambre y la enfermedad pondrán fin a su vida. Lanzaré contra ustedes animales salvajes y serpientes venenosas.

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অধিক সংস্কৰণ

Biblia Reina Valera 1960

24 Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente Y de peste amarga; Diente de fieras enviaré también sobre ellos, Con veneno de serpientes de la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Los debilitaré con hambre, alta fiebre y enfermedades mortales. Les enviaré los colmillos de bestias salvajes y serpientes venenosas que se arrastran por el polvo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Los consumirán el hambre, la peste y las fiebres mortales. Dientes de fiera mandaré contra ellos, y el veneno de los reptiles.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Andarán macilentos por el hambre, Consumidos por la fiebre, Y pestilencias malignas, Les enviaré colmillos de fieras, Y veneno de las que reptan por el polvo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Cuando estén extenuados por el hambre, devorados por la fiebre y por la pestilencia mortífera, mandaré contra ellos dientes de fieras y veneno de reptantes por el polvo.

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Deuteronomio 32:24
24 পৰস্পৰ সংযোগসমূহ  

Dejaré que los animales salvajes los ataquen, y que se coman a sus hijos y a su ganado. Los que aún queden con vida serán tan pocos que los caminos se verán desiertos.


Plagas terribles anuncian tu llegada; vas dejando en el camino graves enfermedades.


Tal vez se escondan en lo más alto del monte Carmelo, pero yo mismo iré a buscarlos y de allí los voy a sacar. Tal vez se escondan de mi vista en lo más profundo del mar, pero yo mandaré una serpiente para que los muerda.


Dios también me dijo: «Mi castigo contra Jerusalén será peor cuando envíe contra ella mis cuatro castigos mortales: la guerra, el hambre, las bestias salvajes y las enfermedades. Con estos cuatro castigos destruiré a todos sus habitantes y a sus animales.


»También podría yo castigar a ese país enviando bestias salvajes, para que acabaran con sus habitantes. La tierra quedaría sin vida alguna, como un desierto, y nadie se atrevería a pasar por él, por miedo a las bestias salvajes.


Tanta es el hambre que tenemos que hasta deliramos.


algunos morirán de enfermedades horribles, otros morirán de hambre y otros en la guerra. Nadie llorará por ellos, ni los sepultará. Sus cadáveres quedarán tendidos sobre el suelo, como si fueran basura, y con ellos se alimentarán las aves del cielo y los animales salvajes.


»Les voy a mandar cuatro castigos diferentes: primero, morirán en la guerra; luego los arrastrarán los perros; además, los devorarán las aves del cielo; y finalmente los destrozarán las fieras del campo. Esto lo haré por culpa de Manasés hijo de Ezequías. No me he olvidado de lo que este rey de Judá hizo en Jerusalén. ¡Yo haré que todos los reinos de la tierra se asusten al verlos! Te juro que así será».


Salgo al campo, y veo los cuerpos de los que murieron en la guerra; entro en la ciudad, y veo el desastre que ha causado el hambre. ¡Pero ni profetas ni sacerdotes parecen entender lo que pasa!”»


»El lobo y el cordero comerán juntos, el león comerá pasto como el buey, y la serpiente solo comerá tierra. No habrá en toda Jerusalén nadie que haga daño a los demás. Les juro que así será».


¡Les disparará flechas puntiagudas y encendidas, como las que lanzan los guerreros!


Ni en las sombras de la noche, ni a plena luz del día, nos caerá desgracia alguna.


Y mientras ellos mantengan rodeadas las ciudades, ustedes no tendrán nada que comer. »Será tanta el hambre que sentirán ustedes, que se comerán a los hijos y a las hijas que Dios les dio. Esto lo hará hasta el israelita más bueno y educado, y no compartirá esa carne con nadie; ni con su hermano, ni con su amada esposa, ni con los hijos que le queden con vida. »Aun la israelita más fina y delicada, que nunca supo lo que era andar descalza, se comerá a escondidas los hijos que dé a luz, y con nadie compartirá su alimento. ¡Ni siquiera la placenta dejará! »¡En verdad sus enemigos los harán sufrir!»


Cuando veas que tu tierra es buena y agradable para descansar, con mucho gusto aceptarás hacer trabajo de esclavos.


Entonces Dios le dijo a la serpiente: «Por esto que has hecho, maldita seas, más que todo animal doméstico; ¡más que todo animal salvaje! Mientras tengas vida, te arrastrarás sobre tu vientre y comerás el polvo de la tierra.


Por eso Dios enviará contra ustedes muchos enemigos, y ellos harán de ustedes sus esclavos. Dios les quitará todo y vivirán en la pobreza. No tendrán comida, ni agua, ni ropa. ¡Serán esclavos, y acabarán por ser destruidos!


Su maldad es como veneno de víboras, que acabará por matarlos.


Dios volvió a decirles a los israelitas: «¡Voy a enviarles serpientes venenosas! Cuando los muerdan, ni la magia podrá salvarlos». Entonces yo, Jeremías, dije:


»Dios nuestro, ¡obliga a esas naciones a arrastrarse por el suelo, como lo hacen las serpientes! ¡Obliga a esos pueblos a salir de sus refugios, para que llenos de miedo se humillen ante ti!


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