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Deuteronomio 32:21 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

21 Inventan un dios falso, para provocar mis celos; pero los celosos serán ustedes, pues los cambiaré por otro pueblo; los cambiaré por gente ignorante que ni a pueblo llega.

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অধিক সংস্কৰণ

Biblia Reina Valera 1960

21 Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Ellos despertaron mis celos al rendir culto a cosas que no son Dios; provocaron mi enojo con sus ídolos inútiles. Ahora yo despertaré sus celos con gente que ni siquiera es pueblo; provocaré su enojo por medio de gentiles insensatos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Me pusieron celoso con lo que no es Dios, me molestaron con cosas que no sirven. Por eso yo los pondré celosos de una gente que no es pueblo, y los molestará una nación que no sirve.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Me movieron a celos con lo que no es Dios, Me provocaron a ira con sus vanidades. Por tanto Yo los moveré a celos° con lo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Provocaron mis celos con lo que no es Dios, me irritaron con sus ídolos vanos. Mas yo provocaré sus celos con lo que ni siquiera es pueblo, los irritaré con una nación vana.

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Deuteronomio 32:21
31 পৰস্পৰ সংযোগসমূহ  

Vuelvo entonces a preguntar: ¿Será que los israelitas no se han dado cuenta? ¡Claro que sí se han dado cuenta! Pues, en primer lugar, Dios dijo por medio de Moisés: «Haré que los israelitas se pongan celosos de un pueblo sin importancia. Haré que se enojen con gente de poco entendimiento.»


Como dice Dios en el libro del profeta Oseas: «A un pueblo que no me pertenece, lo llamaré mi pueblo. A un pueblo que no amo, le mostraré mi amor.


Cometió los mismos pecados que Jeroboam, pues también hizo pecar a Israel adorando dioses falsos, y eso hizo enojar a Dios.


Todo eso pasó por los pecados de Baasá y de su hijo Elá, pues hicieron enojar a Dios al adorar a dioses falsos, y con ello hicieron pecar a Israel.


8 (9) »Los que adoran a otros dioses, a los ídolos sin vida, no pueden decir que tú eres su Dios.


Dios se puso muy furioso y rechazó del todo a Israel; se sintió traicionado pues adoraron a dioses falsos y les construyeron santuarios.


Hicieron enojar a Dios, y provocaron sus celos al adorar a dioses falsos; ¡eran unos ídolos repugnantes que ni sus antepasados conocieron! Aun así, ofrecieron sacrificios a esos dioses y a los demonios.


10 (2.1) Pero un día los del reino de Israel volverán a ser como la arena del mar, que no se puede contar. »Cuando llegue ese día, ya no volveré a decirles: “Ustedes no son mi pueblo”; al contrario, les diré: “Ustedes son mi pueblo, porque yo soy el Dios de la vida”.


Dios nuestro, sabemos que ningún ídolo puede hacer que llueva; eres tú quien manda los aguaceros. Tú has creado todo lo que existe; ¡por eso confiamos en ti!»


6 (7) Odio a los que adoran ídolos, pues estos no sirven para nada; ¡pero yo en ti confío!


¿O es que quieren que Dios se enoje? ¡Nosotros no somos más fuertes que Dios!


»Yo empecé a hablarles, y de pronto el Espíritu Santo vino sobre todos ellos, así como nos ocurrió a nosotros al principio.


Por todos los rincones del país mi pueblo llora y exclama: “Nuestro Dios nos ha abandonado; ya no está en Jerusalén”». Dios respondió: «¿Por qué me hacen enojar los israelitas con sus dioses inútiles y extraños?»


»Los habitantes de esas naciones son gente tonta y bruta, pues tienen por maestros a ídolos de palo que no sirven para nada.


y no adoren a esos ídolos huecos y vacíos que no pueden hacerles bien ni ayudarlos.


«¡Oigan! ¿Por qué hacen esto? Nosotros no somos dioses, somos simples hombres, como ustedes. Por favor, ya no hagan estas tonterías, sino pídanle perdón a Dios. Él es quien hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.


Los habitantes de Judá desobedecieron a Dios y pecaron mucho más que sus antepasados, y esto hizo enojar mucho a Dios.


No obedecieron los mandamientos ni el pacto que Dios había hecho con el pueblo de Israel. Adoraron ídolos que no valían nada, y por eso ellos mismos llegaron a ser un pueblo que no valía nada. Imitaron a las naciones vecinas, aunque Dios les había prohibido hacerlo.


«Israelitas, ¿qué les hace pensar que los voy a perdonar? ¡Sus hijos me abandonaron, y han jurado por dioses falsos! Yo les di todo lo que necesitaban, pero ellos me fueron infieles; ¡no hubo uno solo de ellos que no corriera tras dioses falsos!


Los niños juntan la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres preparan la masa, ¡y hacen panes para adorar a la que llaman Reina del cielo! Además, las ofrendas que presentan a otros dioses son un insulto para mí.


En cambio tú, te has comportado peor que todos los reyes anteriores, te has fabricado dioses y otras imágenes de metal para hacerme enojar. ¡Me traicionaste!


También quemaron incienso como hacían las naciones que Dios había expulsado de ese territorio cuando llegaron los israelitas, y así desobedecieron a Dios. Por eso Dios se enojó,


Manasés puso la imagen de la diosa Astarté en el templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de los espiritistas y los brujos. También hizo quemar a su hijo como un sacrificio. Su comportamiento fue tan malo, que Dios se enojó mucho. Dios les había dicho a David y a su hijo Salomón: «De todas las ciudades de Israel, he elegido a Jerusalén, para poner allí mi templo y vivir en él para siempre.


Dios está muy enojado, pues lo han abandonado para adorar a otros dioses. ¡Ya no los perdonará más!


Ese pueblo siempre me ofende: ofrece sacrificios a los ídolos y quema incienso sobre unos ladrillos.


Jamás he conocido a una nación que haya abandonado a sus dioses, aun cuando sus dioses sean falsos. Pero ustedes me cambiaron a mí, que soy el Dios verdadero y glorioso, por dioses que no sirven para nada.


Pero este pueblo cambia a cada rato, pues se olvida de mí y adora ídolos inútiles. No sigue las enseñanzas que desde un principio le di, ni se da cuenta del peligro de seguir las malas costumbres de las otras naciones.


Esa figura extendió lo que parecía ser una mano, y me agarró por el pelo. Entonces una fuerza dentro de mí me levantó por los aires y me llevó a Jerusalén; una vez allí, me dejó a la entrada del portón interior, que da al norte. Allí habían colocado un ídolo, pero allí también estaba el Dios de Israel en todo su esplendor, tal y como antes lo había visto en el valle. Al ver Dios aquel ídolo, se puso celoso y se enojó.


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