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Deuteronomio 23:4 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

4 4 (5) Ninguno de esos dos pueblos quiso darles a ustedes alimentos y agua, cuando ustedes venían de Egipto a la tierra que Dios prometió darles. Además, emplearon a Balaam hijo de Beor, que era de la ciudad de Petor en Mesopotamia, para que lanzara contra ustedes una maldición.

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অধিক সংস্কৰণ

Biblia Reina Valera 1960

4 por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Esas naciones no te recibieron con alimento ni agua cuando saliste de Egipto. En cambio, contrataron a Balaam, hijo de Beor, proveniente del lejano Petor, en Aram-naharaim, para que te maldijera.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El amonita y el moabita no se admitirán jamás en la asamblea de Yavé, ni aun después de la décima generación.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 El amonita y el moabita no serán admitidos en la asamblea de Yahveh; ni siquiera en la décima generación, nunca jamás, entrarán en ella,

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Deuteronomio 23:4
19 পৰস্পৰ সংযোগসমূহ  

La razón de esta ley era que, en cierta ocasión, esa gente no les dio a los israelitas el pan y el agua que necesitaban, y en cambio le pagó a Balaam para que los maldijera. Pero nuestro Dios hizo que sus malos deseos resultaran en algo bueno.


Andan perdidos, pues han dejado de obedecer a Dios para seguir el ejemplo de Balaam hijo de Beor, que quiso ganar dinero haciendo lo malo.


»Yo, el Rey, les diré: “Lo que ustedes hicieron para ayudar a una de las personas menos importantes de este mundo, a quienes yo considero como hermanos, es como si lo hubieran hecho para mí.”


8-9 (12-13) El Dios todopoderoso me envió a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén. Así dice nuestro Dios: «Yo castigaré a todas las naciones que le han hecho daño a mi pueblo. Quien le hace daño a mi pueblo también me lo hace a mí. ¡Yo haré que sus propios esclavos les roben todas sus pertenencias!» Cuando esto suceda, esas naciones sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a acusarlas. Él dijo:


Cuando Jezabel comenzó a matar a los profetas de Dios, Abdías tomó a cien de ellos, los dividió en dos grupos de cincuenta, los escondió en dos cuevas y allí los alimentó con pan y agua.


¿Por qué le voy a dar la comida que preparé para mis trabajadores a gente que no sé ni de dónde viene?»


Allí Balaam se puso a cantar: «Balac, rey de Moab, me trajo de los cerros de Arabia, para maldecir a los israelitas y para condenarlos.


Si maldices a ese pueblo, te pagaré todo el dinero que quieras y te haré muy importante».


Saulo cayó al suelo, y una voz le dijo: —¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?


No fue un enviado suyo el que los salvó, sino Dios en persona. Él los libró por su amor y su misericordia; los levantó en sus brazos, como siempre lo había hecho.


¡Pobre gente! Se portan como Caín. Y por el afán de ganar dinero, cometen el mismo error que cometió Balaam. Son tan rebeldes que morirán como murió Coré.


”Después Balac, rey de los moabitas, se puso en contra de ustedes, y mandó llamar a Balaam. Le pidió que los maldijera,


Acerca de la nación de Amón, Dios dijo: «El territorio de Gad era de los israelitas, pero me desobedecieron, y por eso ahora los amonitas, que adoran al dios Milcom, se han apropiado del país.


Cuando terminaron de hacer todo esto, vinieron los jefes y me dijeron: «Esdras, queremos informarte que nuestro pueblo no se ha mantenido apartado de la gente que vive aquí. Todos ellos imitan las horribles costumbres de los pueblos que habitan en Canaán y Egipto. Los judíos se han casado con mujeres de esos pueblos, así que el pueblo de Dios se ha mezclado con esa gente. Los primeros en pecar de esta manera han sido los jefes, los gobernantes, los sacerdotes y sus ayudantes».


Dueño de todas tus riquezas es ahora tu enemigo. Tú misma viste entrar en el templo gente de otros pueblos, aunque Dios había ordenado que no debían entrar allí.


”Por eso, yo les aseguro que no entrará en mi templo nadie que no sea israelita. No entrará nadie que no lleve en su cuerpo y en su mente la señal de mi pacto, ¡ni siquiera los extranjeros refugiados en el país!


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