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1 Reyes 4:21 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

21-24 21-24 (5.1-4) Por ejemplo, para Salomón y todos los empleados del reino se necesitaban, cada día, seis mil seiscientos kilos de harina fina, trece mil doscientos kilos de harina corriente, cien ovejas, diez toros de los más gordos, veinte toros alimentados con pasto, además de venados, gacelas, antílopes y aves bien gordas. Salomón dominaba todos los reinos que había entre el río Éufrates y el país de los filisteos, hasta la frontera con Egipto. El reino de Salomón era muy grande. Abarcaba toda la región al oeste del río Éufrates, desde Tífsah hasta Gaza. Esos reinos le pagaban impuestos a Salomón y lo sirvieron durante toda su vida. Fue así como Salomón dominó a todos los reyes de esta región, y logró la paz en todo el territorio de alrededor.

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অধিক সংস্কৰণ

Biblia Reina Valera 1960

21 Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 El rey Salomón gobernaba todos los reinos desde el río Éufrates, en el norte, hasta la tierra de los filisteos y la frontera con Egipto, en el sur. Los pueblos conquistados le enviaban impuestos y le sirvieron durante toda su vida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 cada uno hacía llegar la cebada y la paja para los caballos y las bestias de carga a los corrales donde estaban.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 °Y Salomón gobernaba sobre todos los reinos, desde el Río° hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto. Y traían tributo, y sirvieron a Salomón todos los días de su vida.

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1 Reyes 4:21
22 পৰস্পৰ সংযোগসমূহ  

Ese día, Dios hizo un compromiso con Abram, y le dijo: «Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el río Éufrates.


Les daré todo el territorio que va desde el desierto del sur hasta las montañas del Líbano en el norte, y desde el gran río Éufrates en el este hasta el mar Mediterráneo en el oeste, incluyendo el territorio de los hititas.


29-31 (30-32) Dios mío, por causa de tu templo los reyes te traen regalos a la ciudad de Jerusalén. Reprende a esa nación que vive solo para la guerra. Parece una fiera entre los juncos; es como una manada de toros, ¡parece una nación de terneros! Es tanta su ambición por las riquezas que hasta entre ellos se pelean. Egipto te enviará su bronce, y Etiopía te traerá regalos.


»El territorio que les voy a dar se extenderá desde el Mar de los Juncos hasta el mar Mediterráneo, y desde el desierto hasta el río Éufrates. Ustedes dominarán a todos los que viven allí, y los sacarán de ese territorio.


11 (12) Cumplámosle a nuestro Dios todas nuestras promesas; y ustedes, naciones vecinas, tráiganle ofrendas al Dios admirable;


También se comprobó que hubo en Jerusalén reyes poderosos que dominaron en la provincia al oeste del río Éufrates, a quienes se les pagaban toda clase de impuestos.


En agradecimiento por todo eso, muchos llevaron a Jerusalén ofrendas para Dios, y valiosos regalos para el rey Ezequías. Desde ese día, el rey se hizo muy famoso en todas las naciones.


Salmanasar, rey de Asiria, atacó a Oseas, lo dominó y lo obligó a pagarle impuestos.


Pero un grupo de malvados dijo en son de burla: «¿Y este es el que va a salvarnos?» Y como pensaban que Saúl no servía para rey, no le dieron ningún regalo. A pesar de ello, Saúl no dijo nada.


También derrotó a los moabitas. Los hizo acostarse en fila, y de cada tres soldados a dos los mataba y a uno le perdonaba la vida. Así fue como los moabitas tuvieron que reconocer a David como su rey, y pagarle impuestos.


Luego puso guardias entre los arameos que vivían en Damasco, y también ellos tuvieron que reconocer a David como rey y empezar a pagarle impuestos. David tomó los escudos de oro que traían los oficiales de Hadad-ézer, y se los llevó a Jerusalén. También se llevó todo el bronce de las ciudades que gobernaba Hadad-ézer, desde Betá hasta Berotai. Así fue como Dios le daba siempre la victoria a David.


Pero además te daré riquezas y mucha fama, aunque no hayas pedido eso. Mientras vivas, no habrá otro rey tan rico ni tan famoso como tú.


—Tu padre fue muy duro con nosotros. Si tú nos tratas mejor, te serviremos.


¡Pobrecita de ti, Jerusalén! Antes eras la más famosa de todas las ciudades. ¡Antes estabas llena de gente, pero te has quedado muy sola, te has quedado viuda! ¡Fuiste la reina de las naciones, pero hoy eres esclava de ellas!


pues si no fuera por él, ¿quién podría comer y estar alegre?


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