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Éxodo 11:2 - Versión Biblia Libre

Ahora ve y dile a los israelitas, tanto hombres como mujeres, que pidan a sus vecinos egipcios objetos de plata y oro”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Diles a todos los hombres y a todas las mujeres israelitas que pidan a sus vecinos egipcios objetos de plata y de oro».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

No olvides de decir a todo mi pueblo que cada uno pida a su amigo, y cada mujer a su vecina, objetos de oro y plata.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Habla ahora a oídos del pueblo para que cada varón pida a su vecino° y cada mujer a su vecina utensilios de plata y utensilios de oro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Habla, pues, al pueblo para que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y oro'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Habla ahora a oídos del pueblo, y que cada hombre pida prestado a su vecino, y cada mujer a su vecina, joyas de plata y de oro.

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Otras versiones



Éxodo 11:2
16 Referencias Cruzadas  

Entonces desempacó joyas de plata y oro, así como ropas finas, y se las dio a Rebeca. También le dio regalos de valor a su hermano y a su madre.


Por eso Dios tomó todo el rebaño de su padre y me lo dio a mi.


Y entonces guió a su pueblo fuera de Egipto, llevando consigo plata y oro, y ninguna de las tribus tambaleó.


La tierra es del Señor, y todo lo que está en ella le pertenece a Él. El mundo es suyo, y todos los que viven en él.


Haré que los egipcios los traten bien como pueblo, para que cuando se vayan, no se vayan con las manos vacías.


Toda mujer pedirá a su vecina, así como a cualquier mujer que viva en su casa, joyas y ropa de plata y oro, y se las pondrá a sus hijos e hijas. De esta manera se llevarán la riqueza de los egipcios con ustedes”.


Entonces les dije: ‘El que tenga joyas de oro, que se las quite y me las dé’. Eché el oro en el horno y salió este becerro”.


Así que todos los que quisieron, tanto hombres como mujeres, vinieron y presentaron su oro como ofrenda de agradecimiento al Señor, incluyendo broches, pendientes, anillos y collares, todo tipo de joyas de oro.


Los justos dejan herencia para sus nietos, pero la riqueza del pecador está reservada para los que viven en justicia.


Mío es el oro y mía es la plata, dice el Señor Todopoderoso.


¿Acaso no puedo decidir qué hacer con mi propio dinero? ¿Por qué deberías mirarme con desprecio por querer hacer un bien?’