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Cantares 1:9 - Versión Biblia Libre

Querida, para mí eres como una yegua entre los caballos del Faraón que tiran de sus carros,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

A yegua de los carros de Faraón Te he comparado, amiga mía.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Amada mía, tú eres tan cautivante como una yegua entre los sementales del faraón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Como yegua uncida al carro de Faraón, así eres a mis ojos, amada mía.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Él A mi yegua favorita° entre los carros de Faraón te he comparado, Oh amada mía.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Eres, amada mía, como la yegua de la carroza del Faraón.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amada mía.

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Otras versiones



Cantares 1:9
13 Referencias Cruzadas  

Fueron acompañados por carros y jinetes, una procesión muy grande.


Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes reales los compraban.


¡Mira qué hermosa eres, querida, qué hermosa! Tus ojos son suaves como palomas.


Mi amor me llama: “¡Levántate, cariño mío, mi hermosa niña, y ven conmigo! ¡Sólo mira!


Las higueras empiezan a producir frutos maduros, mientras las vides florecen, desprendiendo su fragancia. Levántate, querida, mi hermosa niña, y ven conmigo!”


Al igual que un lirio destaca entre las zarzas, tú, querida, destacas entre las demás mujeres.


¡Qué hermosa estás, querida, qué hermosa! Tus ojos son como palomas detrás de tu velo. Tu cabello fluye como un rebaño de cabras bajando del monte Galaad.


Eres increíblemente hermosa, querida, ¡eres absolutamente impecable!


Aunque estaba dormida, mi mente iba a toda velocidad. Oí que mi amor llamaba a la puerta, y gritaba: “Por favor, abre la puerta, hermana mía, querida, paloma mía, mi amor perfecto. Mi cabeza está empapada de rocío, mis cabellos están mojados por la niebla nocturna”.


Eres hermosa, querida, tan bonita como Tirzah, tan encantadora como Jerusalén. ¡Te ves asombrosa!


La tragedia se avecina para los que acuden a Egipto en busca de ayuda, dependiendo de sus caballos y confiando en todos sus carros y auriculares. No miran al Santo de Israel en busca de ayuda; no piden consejo al Señor.