Que las maldiciones que ha lanzado se peguen a él como la ropa, que lo aprieten todo el tiempo como un cinto”.
2 Samuel 22:40 - Versión Biblia Libre Me hiciste fuerte para la batalla; hiciste que los que se levantaron contra mí se arrodillaran ante mí. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí, Biblia Nueva Traducción Viviente Me has armado de fuerza para la batalla; has sometido a mis enemigos debajo de mis pies. Biblia Católica (Latinoamericana) Me llenas de fuerza para el combate,
doblegas mis enemigos bajo mis pies. La Biblia Textual 3a Edicion Pues Tú me ceñiste de fuerza para la batalla, E hiciste que mis enemigos se doblegaran debajo de mí, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Tú me ciñes de fuerza en el combate, doblegas bajo mi mano al adversario; Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pues tú me ceñiste de fuerzas para la batalla, y subyugaste debajo de mí a los que contra mí se levantaron. |
Que las maldiciones que ha lanzado se peguen a él como la ropa, que lo aprieten todo el tiempo como un cinto”.
Él me ama, me protege, y me defiende. Él es quien me rescata del peligro y me mantiene a salvo. Él somete a las naciones bajo mi dominio.
Me hiciste fuerte para la batalla; hiciste que todos aquellos que se levantaron en mi contra, cayeran de rodillas ante mí.
Solo a través de ti podemos ahuyentar a nuestros enemigos. Solo en tu nombre podemos derrotar a nuestros oponentes.
Yo soy el Señor, no hay Dios fuera de mí. Aparte de mí no hay Dios. Te haré fuerte, aunque no me conozcas,
Los hijos de los que te persiguieron vendrán y se inclinarán ante ti; todos los que te despreciaban se postrarán a tus pies y te llamarán Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel.
Oramos para que sean poderosamente fortalecidos por su sublime fuerza, y tengan gran paciencia y perseverancia.
Ellos cantaban un cántico nuevo: “Tú eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, pues tú fuiste inmolado y con tu sangre redimiste para Dios gentes de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
Entonces David y sus hombres fueron a Keila y lucharon contra los filisteos. Los mataron y expulsaron su ganado. De esta manera David salvó al pueblo de Keila.