Isbi-benob, uno de los descendientes de Refa, cuya lanza de bronce pesaba trescientos siclos, y que llevaba una espada nueva, dijo que iba a matar a David.
2 Samuel 21:22 - Versión Biblia Libre Estos cuatro eran los descendientes de los gigantes de Gat, pero todos murieron en manos de David y de sus hombres. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Estos cuatro eran descendientes de los gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus siervos. Biblia Nueva Traducción Viviente Estos cuatro filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron. Biblia Católica (Latinoamericana) Los cuatro eran hombres de Gat descendientes de Rafá. Fueron muertos por las manos de David y de sus guardias. La Biblia Textual 3a Edicion Estos cuatro eran hijos de Rafah en Gat, y cayeron por la mano de David, y por la mano de sus siervos.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Estos cuatro hombres eran descendientes de Rafá, de Gat; pero cayeron a manos de David y de sus servidores. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Estos cuatro le habían nacido al gigante en Gat, los cuales cayeron por la mano de David, y por la mano de sus siervos. |
Isbi-benob, uno de los descendientes de Refa, cuya lanza de bronce pesaba trescientos siclos, y que llevaba una espada nueva, dijo que iba a matar a David.
Pero cuando insultó a Israel, Jonatán, hijo de Simea, hermano de David, lo mató.
Estos eran los descendientes de los gigantes en Gat, pero todos fueron muertos por David y sus hombres.
Cánticos de victoria se escuchan en las tiendas de los que le son fieles. ¡La poderosa mano del Señor ha hecho maravillas!
Pensé en otras cosas que ocurren aquí en la tierra. Las carreras no siempre las gana el más rápido. Las batallas no siempre las decide el guerrero más fuerte. Además, los sabios no siempre tienen comida, las personas inteligentes no siempre ganan dinero, y los astutos no siempre ganan el favor. El tiempo y el azar afectan a todos ellos.
Esto es lo que dice el Señor: El sabio no debe jactarse de su sabiduría. El fuerte no debe presumir de su fuerza. El rico no debe presumir de sus riquezas.
¿Cuál es, entonces, nuestra respuesta a todo esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién puede estar en contra de nosotros?
No. En todas las cosas que nos suceden somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.
Así que dame la región montañosa de la que habló el Señor. Ya oíste hablar entonces de los descendientes de Anac que vivían allí en grandes ciudades fortificadas. Si el Señor está conmigo, los expulsaré como el Señor prometió”.