Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl. Sus ropas estaban rasgadas y traía polvo sobre la cabeza. Y cuando se acercó a David, se inclinó ante él y se postró en el suelo en señal de respeto.
2 Samuel 15:32 - Versión Biblia Libre Cuando David llegó a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, le salió al encuentro Husai, el arquita, con el manto roto y con polvo en la cabeza. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza. Biblia Nueva Traducción Viviente Al llegar David a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, Husai el arquita lo estaba esperando. Husai había rasgado sus ropas y había echado polvo sobre su cabeza en señal de duelo. Biblia Católica (Latinoamericana) Cuando David llegó a la cumbre, allí donde se adora a Dios, vio que venía a su encuentro uno de sus familiares, Jusaí el arquita, quien llevaba rota su túnica y la cabeza cubierta de polvo. La Biblia Textual 3a Edicion Y ocurrió que cuando David llegó a la cumbre del monte donde solía postrarse ante ’Elohim, he aquí Husai arquita le salió al encuentro con la túnica rasgada y tierra sobre su cabeza. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando llegó David a la cumbre donde se adoraba a Dios, salió a su encuentro Jusay, amigo de David, con la túnica rasgada y cubierta de polvo la cabeza. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y aconteció que cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, trayendo rota su ropa, y tierra sobre su cabeza. |
Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl. Sus ropas estaban rasgadas y traía polvo sobre la cabeza. Y cuando se acercó a David, se inclinó ante él y se postró en el suelo en señal de respeto.
Entonces se puso ceniza en la cabeza y se rasgó su larga túnica. Se puso las manos en la cabeza y se fue llorando a gritos.
David siguió su camino hacia el Monte de los Olivos, llorando mientras lo hacía. Llevaba la cabeza cubierta y caminaba descalzo. Toda la gente que lo acompañaba se cubría la cabeza, llorando a su paso.
Cuando David pasó un poco más allá de la cima de la montaña, allí estaba Ziba, el siervo de Mefi-boset, esperándole. Llevaba ya ensillados dos asnos con doscientos panes, cien tortas de pasas, cien frutas de verano, y un odre de vino.
Mientras tanto, Absalón y todos los israelitas que lo acompañaban llegaron a Jerusalén, junto con Ahitofel.
Pero entonces Absalón dijo: “Llama también a Husai, el arquita, y oigamos también su consejo”.
Fue entonces cuando Salomón construyó un alto lugar de culto para Quemos, el vil dios del pueblo de Moab, y para Moloc, el vil dios de los amonitas, en una colina al este de Jerusalén.
Ahitofel era el consejero del rey y Husai, el arquita, era el amigo del rey.
¡Defiéndeme, Señor! ¡Sálvame, mi Dios! ¡Abofetea a todos mis enemigos, y rompe los dientes de los malvados!
Cuando clamen a mí pro ayuda, Responderé; cuando estén en problemas, Estaré con ellos. Los salvaré y los honraré.
Cuando se acercaba a Betfagé y Betania en el Monte de los Olivos, envió a dos discípulos, diciéndoles:
Un hombre de la tribu de Benjamín huyó aquel día de la batalla hasta Silo. Su ropa estaba rota y tenía tierra en la cabeza.