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Números 11:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Entonces ellos clamaron a Moisés, y cuando este oró por ellos, el fuego se apagó.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el fuego se extinguió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así que el pueblo pidió ayuda a gritos a Moisés, y cuando él oró al Señor, el fuego se apagó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Entonces el pueblo le suplicó a Moisés. Moisés intercedió ante Yavé y el fuego se apagó.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a YHVH, y el fuego se extinguió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Clamó entonces el pueblo a Moisés, Moisés intercedió ante Yahveh, y el fuego se apagó.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces el pueblo clamó a Moisés, y cuando Moisés oró a Jehová, el fuego se extinguió.

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Otras versiones



Números 11:2
23 Referencias Cruzadas  

Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, que se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.


Entonces Moisés salió de la presencia del faraón y oró al Señor.


y le dijo: ―Señor, si es cierto que cuento con tu favor, te ruego que vayas con nosotros a la Tierra prometida. Sí, el pueblo es rebelde y soberbio, pero perdona nuestros pecados y acéptanos como pueblo tuyo.


Pero quizá el Señor tu Dios haya oído la blasfemia del representante del rey de Asiria burlándose del Dios viviente. Sin duda no le dejará Dios salirse con la suya, sin duda Dios lo reprenderá por esas palabras. ¡Oh Isaías, ruega por los que hemos quedado!».


Entonces el Señor me dijo: Aun si Moisés y Samuel vinieran ante mí a rogarme por este pueblo, yo no les ayudaría. ¡Fuera con ellos! ¡Échalos de mi presencia!


Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a pedirle a Jeremías que orara por ellos.


y dijeron: ―¡Por favor, ora por nosotros ante el Señor tu Dios, porque como bien sabes, somos sólo un minúsculo resto de lo que fuimos!


y le dijo a Moisés: ―Señor, no nos castigues por este pecado; hemos sido necios al hacerlo.


Moisés clamó al Señor diciendo: ―Sánala, oh Dios, te lo ruego.


El pueblo acudió a Moisés y llorando le dijo: ―Hemos pecado, al hablar contra el Señor y contra ti. Ora y pídele que eche de aquí estas serpientes. Moisés entonces oró por el pueblo, y


―Oren por mí —suplicó Simón—. No quiero que eso tan horrible me suceda.


Era provechoso para nosotros tener un sumo sacerdote así como él: santo, sin maldad, intachable, apartado de los pecadores y elevado más alto que el cielo.


Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.


Si ven que un hermano comete un pecado que no es mortal, pidan a Dios que lo perdone, y Dios le dará vida, si es cierto que su pecado no es mortal. Pero hay un pecado que sí es mortal, por el cual no digo que se pida.