Juan 11:41 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Entonces quitaron la piedra. Jesús miró al cielo y dijo: ―Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Biblia Nueva Traducción Viviente Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Biblia Católica (Latinoamericana) Y quitaron la piedra.
Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: 'Te doy gracias, Padre, porque me has escuchado. La Biblia Textual 3a Edicion Quitaron pues la piedra.° Entonces Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: ¡Padre, te doy gracias porque me has oído! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Quitaron, pues, la losa. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: 'Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto: Y Jesús alzando sus ojos, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído. |
En esa ocasión, Jesús dijo: «Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios e inteligentes, y se las diste a conocer a los niños.
y lo colocó en un sepulcro nuevo labrado en la peña. Hacía poco que había hecho ese sepulcro y ordenó que rodaran una piedra grande para cerrar la entrada. José se alejó,
José compró una sábana, bajó el cuerpo y lo envolvió en ella. Después lo puso en un sepulcro cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
En ese momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque no permitiste que los sabios e instruidos conocieran estas cosas, sino que se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque así lo quisiste.
El cobrador de impuestos, en cambio, se quedó a cierta distancia y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo. Se golpeaba el pecho y decía: “¡Dios mío, ten compasión de mí, que soy pecador!”.
Al terminar de decir estas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti.
El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían movido la piedra que cerraba la entrada.
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, elevó los ojos al cielo y contempló la gloria de Dios y a Jesús a la derecha de Dios.
No se angustien por nada; más bien, oren; pídanle a Dios en toda ocasión y denle gracias.