y lo entregarán a los extranjeros para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará».
Mateo 27:2 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. Biblia Nueva Traducción Viviente Luego, lo ataron, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano. Biblia Católica (Latinoamericana) Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador. La Biblia Textual 3a Edicion Y habiéndolo atado, lo llevaron y lo entregaron a° Pilato, el procurador. Biblia Serafín de Ausejo 1975 lo ataron y lo llevaron y entregaron al procurador Pilato. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador. |
y lo entregarán a los extranjeros para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará».
Y, si el gobernador llega a enterarse de esto, nosotros responderemos por ustedes y les evitaremos cualquier problema».
En aquella ocasión le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando estos ofrecían sus sacrificios.
Entonces, para vigilarlo, enviaron espías que fingían ser gente justa. Pensaban atrapar a Jesús diciendo algo malo y así poder entregarlo a la autoridad del gobernador.
Anteriormente, Herodes y Pilato no se llevaban bien, pero ese mismo día se hicieron amigos.
En el año quince del reinado de Tiberio César, Poncio Pilato gobernaba la provincia de Judea. Herodes gobernaba en Galilea, y su hermano Felipe en Iturea y Traconite. Lisanias gobernaba en Abilinia.
Entonces los soldados, su comandante y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús. Lo ataron
Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua.
Una noche, Pedro dormía entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. Afuera estaban unos soldados vigilando la entrada de la cárcel. Esa misma noche Herodes había planeado sacar a Pedro para hacerle el juicio.
El comandante se abrió paso, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas. Luego preguntó quién era y qué había hecho.
Cuando lo estaban sujetando con correas para golpearlo, Pablo le dijo al capitán que estaba allí: ―¿Permite la ley que ustedes golpeen a un ciudadano romano antes de ser juzgado?
Los que iban a interrogarlo se retiraron en seguida. Al darse cuenta de que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado.
Luego de dos años, Félix dejó su cargo, y Porcio Festo fue nombrado nuevo gobernador. Pero, como Félix quería agradar a los judíos, dejó preso a Pablo.
Por este motivo he pedido verlos y hablar con ustedes. Me han encadenado por tener la misma esperanza que tiene todo Israel.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado la gloria a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque este había decidido soltarlo.
En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato. Se unieron con los no judíos y con los israelitas, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste.
Por eso le pidió al sumo sacerdote que le diera cartas de autorización. Quería ir a las sinagogas de Damasco para arrestar a todos los que creían en Jesús. Los llevaría presos a Jerusalén, fueran hombres o mujeres.
Recuerda que Dios da vida a todas las cosas y que Cristo Jesús afirmó ante Poncio Pilato que confiaba en Dios. Por eso ahora, delante de Dios y de Cristo, te encargo
por la que sufro en gran manera, hasta el punto de llevar cadenas como un criminal. Pero la palabra de Dios no está encadenada.
Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel. También acuérdense de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren.