Basta con que el alumno sea como su maestro, y el siervo como su amo. Si al jefe de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia!
Mateo 23:8 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento) »Pero no permitan que a ustedes se les llame “Maestro”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Biblia Nueva Traducción Viviente »Pero ustedes, no permitan que nadie los llame “Rabí”, porque tienen un solo maestro y todos ustedes son hermanos por igual. Biblia Católica (Latinoamericana) Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos. La Biblia Textual 3a Edicion Pero vosotros no seáis llamados Rabbí, porque uno solo es vuestro Maestro,° y todos vosotros sois hermanos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero vosotros no permitáis que os llamen rabbí; porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Mas vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. |
Basta con que el alumno sea como su maestro, y el siervo como su amo. Si al jefe de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia!
Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy contento con él. ¡Escúchenlo!».
Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo.
―¿Acaso seré yo, Maestro? —le dijo Judas, el que lo iba a traicionar. ―Tú lo has dicho —le contestó Jesús.
En seguida, Judas se acercó a Jesús y lo saludó. ―¡Maestro! —le dijo, y lo besó.
―¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. ―Maestro, quiero ver —respondió el ciego.
Pedro, acordándose, le dijo a Jesús: ―¡Maestro, mira, se ha secado la higuera que maldijiste!
Tan pronto como llegó, Judas se acercó a Jesús. ―¡Maestro! —le dijo, y lo besó.
Tomando la palabra, Pedro le dijo a Jesús: ―Maestro, ¡qué bueno que estemos aquí! Podemos levantar tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos».
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: ―¿Qué buscan? ―Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro).
―Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.
―Maestro —respondieron ellos—, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?
―María —le dijo Jesús. Ella se volvió y dijo: ―¡Raboni! —que en hebreo significa: Maestro.
Este fue de noche a visitar a Jesús. ―Maestro —le dijo—, sabemos que has venido de parte de Dios. Pues nadie podría hacer las señales milagrosas que tú haces si Dios no estuviera con él.
Aquellos fueron a ver a Juan y le dijeron: ―Maestro, fíjate, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quien tú diste testimonio, ahora está bautizando, y todos van a él.
Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron: ―Maestro, ¿cuándo llegaste acá?
Y sus discípulos le preguntaron: ―Maestro, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?
No es que intentemos obligarlos a creer como nosotros decimos. Les aseguro que solo deseamos contribuir a su alegría, pues ustedes están seguros de lo que creen.
Nosotros no hablamos de nosotros mismos, sino de Jesucristo, y lo presentamos como el Señor. Somos tan solo servidores de ustedes porque obedecemos a Jesús.
Ya no lo recibas como a un esclavo, sino como algo mejor: como a un hermano querido. Él es muy especial para mí, pero mucho más para ti, como persona y como hermano en el Señor.
Mis hermanos en la fe, que no haya muchos entre ustedes que quieran ser maestros. Bien saben que los maestros seremos castigados con más severidad.
No traten mal a los que están a su cuidado, como si ustedes fueran sus dueños. Al contrario, sirvan de ejemplo para ellos.
Yo, Juan, soy su hermano en la fe. Con ustedes comparto el sufrimiento, el reino y el seguir confiando en Jesús. Yo fui enviado a la isla de Patmos como castigo por anunciar el mensaje de Dios y hablar acerca de Jesús.
Entonces me arrodillé a sus pies para adorarlo. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un servidor como tú y como los creyentes que se mantienen fieles al mensaje de Jesús. ¡Adora solo a Dios! El mensaje de Jesús se comparte con otros por medio del poder del Espíritu».
Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un servidor de Dios como tú, como tus compañeros los profetas y como todos los que aceptan las palabras de este libro. ¡Adora solo a Dios!».